Acuse de recibo
El pasado 4 de febrero, y desde Serafines 226, entre Flores y Vega, en el municipio capitalino de Cerro, Ramón González Céspedes reconocía la rapidez y profesionalidad de los trabajos hechos por Aguas de La Habana, en la reparación y restauración de la conductora de agua potable en su cuadra.
Pero también señalaba que, concluida la reposición de la tubería central y las vías de entrada a las viviendas, repararon o cementaron la calle; no así los tramos que van desde la acera a las tomas de las casas, que permanecían sin cementar.
Como resultado, indicaba, se habían originado zanjas peligrosas, tanto para las personas como para las propias tuberías plásticas colocadas.
«Si no es Aguas de la Habana la responsable de sellar las aceras que ellos mismos rompieron, preguntaba él, ¿a quién corresponde?, ¿por qué ese trabajo no se ejecuta de forma coordinada?, ¿quién y cuándo acometerá dicha reparación, concluida ya hace varias semanas?».
Al respecto, el 29 de abril pasado llegó a nuestra redacción, fechada el 17 de febrero, una carta de respuesta de Halina Guerra Castro, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana.
En la misiva, se confirma que se trabajó allí en la reposición de la tubería central y las vías a las entradas de los diferentes domicilios. Y se ratifica que quedó pendiente de realizar la obra civil (restablecimiento de los cortes realizados), trabajo que se culminó en la segunda quincena de enero de 2020, antes de la publicación.
Señala que «el compañero recurrente, así como los vecinos del lugar, quedaron complacidos con el trabajo realizado; felicitando a la empresa por la respuesta al planteamiento en tan corto período de tiempo, según consta en la opinión del recurrente».
Agradezco la respuesta, y solo me queda anotar que, si bien Ramón elogió los trabajos de restauración y reposición de la conductora en diciembre de 2019, también señalaba que desde ya hacía varias semanas no se había hecho el sellado correspondiente.
No se explica el por qué demoró el sellado, al extremo de que Ramón nos escribiera. Y tampoco se fundamenta el por qué, una respuesta redactada el 17 de febrero, llegó a nuestra redacción el 29 de abril.
Ahora con ese clarificador de bondades y defectos que es la COVID-19, se evidencia que ciertas administraciones del comercio y los servicios permanecen con ese viejo estigma de supeditar al cliente a sus designios y no viceversa.
Una prueba es lo que narra Julio V. Palmero Díaz, residente en calle 1ra. B, edificio 2, apto. 13, entre 190 y 192, en Micro 10, Alamar, municipio capitalino de Habana del Este.
Cuenta Julio que en Micro X hay tres centros comerciales: Micro X, La Victoria y el Progreso, distantes unos de otros. Y en cada uno de ellos se expende el yogur correspondiente a los niños.
¿Qué se ha inventado ahora, en medio de la epidemia de coronavirus? Lejos de facilitarle a los clientes la comodidad y el evitar las aglomeraciones, el método es concentrar todo el yogur destinado a esos tres centros comerciales en uno solo de ellos, adonde lo hayan descargado indistintamente. A torear a diario ese alimento para el desayuno de los pequeños. A complicar aún más las cosas.