Acuse de recibo
La aciaga noche del 27 de enero pasado, el auto de Miguel Ángel Parente Díaz voló casi 12 metros y a una altura considerable con los vientos del tornado que azotó La Habana, para estrellarse contra dos postes del tendido eléctrico que fueron derribados al momento.
Un amasijo metálico fue lo que quedó sobre el pavimento. Parente hace el cuento ahora de milagro, porque el tornado irrumpió unos minutos antes de que él, su esposa y el hijo de esta se dispusieran a salir en el carro, parqueado frente a su domicilio, en Cervantes 80, entre D´Strampes y Goicuría, en el municipio capitalino de 10 de Octubre.
El 28 de enero se personó el perito de Sepsa, allí donde la familia custodiaba los restos del auto, que estaba asegurado. Aquel hizo la inspección, tomó fotos, le entregó un papel que daba constancia de su trabajo, y orientó guardar el auto en un sitio seguro hasta que fuera inspeccionado por el tasador.
Este último hizo una minuciosa inspección, tomó fotos y redactó el informe oficial, que resume los daños al equipo. Y le entregó una copia del mismo, manifestándole que el Seguro daría sus conclusiones basadas en esa investigación.
Unos días después, afirma, en el Noticiero de Televisión se informó la disposición del Ministerio de Transporte de dar solución a los vehículos destruidos por el tornado, incluidos los particulares. Él escuchó la noticia, al igual que muchos amigos, quienes le telefonearon de inmediato.
El 19 de marzo, Parente fue citado por Eridiana Jorrín, la jurídica del Seguro en La Habana, para darle a conocer un documento oficial, el cual comunicaba que en reunión del Consejo de Dirección de esa entidad el 15 de febrero, se acordó la reposición del vehículo. Ella le dijo que la decisión se trasladaría con el expediente a la casa matriz, y tras analizarse en el consejo de dirección de esta, posteriormente lo citarían para darle baja al auto en el Registro de Vehículos, y entregarlo en la desarmadora.
Semanas después, Parentes fue a la casa matriz de la Empresa del Seguro Nacional (ESEN). Allí, la especialista principal, María Elena Galván, le informó que su expediente estaba listo para discutirse en el consejo de dirección que debía celebrarse en abril. Él preguntó sobre el tratamiento a los autos afectados por el tornado, y ella le dijo que hasta entonces no había orientación alguna de priorizar esos casos.
Y para confirmar, ella telefoneó al Presidente de la casa matriz, quien ratificó que no se había recibido ninguna orientación nueva para esos casos. Que no existía prioridad alguna y se debía seguir el mismo procedimiento que los demás autos, los cuales se encontraban en un escalafón del 2018 sin solucionar aún. Y que todo dependía de la entrega de vehículos al seguro por parte del Ministerio de Transporte, el cual presenta déficit de ellos.
Parente le preguntó a ella si no había escuchado la información del Ministerio de Transporte sobre los vehículos dañados por el tornado; y ella dijo que sí, pero afirmó que ni la orientación ni los vehículos habían llegado a la casa matriz. Al indagar él cuántos equipos estaban afectados por el tornado y confirmados para reposición, le respondió que solo dos: el suyo y otro más.
«No me queda claro si existirá algún tratamiento diferenciado hacia esos dos casos, o debo acatar los pasos normales establecidos por el Seguro. Por todo ello solicito sea esclarecido el tratamiento que se nos dará, como damnificados también de ese tornado», concluye Parente.
Daviel Infantes Games (Punto Fijo, Rafael Freyre, provincia de Holguín) refiere que en marzo de 2008 viajaba de Ciego de Ávila a Las Tunas en una guagua de Ómnibus Nacionales que cubría la ruta Habana-Bayamo. Y al arribar a Las Tunas, cuando fue a recoger el equipaje, este había desaparecido.
Hizo la denuncia policial, y ello conllevó un proceso investigativo que concluyó en un juicio, cuyo fallo resultó que los dos choferes de la tripulación debían pagar el monto total de la pérdida mediante la Caja de Resarcimiento.
Él tiene conocimiento de que los dos choferes ya completaron el pago de la indemnización hace más de un año. Y, sin embargo, él aún, a estas alturas, no ha recibido nada. Se ha dirigido varias veces a la Caja de Resarcimiento de Las Tunas, y le informan que ellos han hecho la solicitud a la Caja en La Habana, pero no han tenido respuesta.
«Ya los gastos en trámites y viajes sobrepasan lo que debo recibir», concluye Daviel.