Acuse de recibo
Martha Rosa Pérez Desdín (calle Línea no. 301 A, entre Pastorita y Palma, Reparto Nicaragua, Banes, Holguín), se sintió identificada el pasado 11 de abril, cuando escuchó al Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, privilegiar la necesidad de darles especial atención y seguimiento a las personas que, como ella, han recibido subsidio estatal para reparar su vivienda en precario estado.
No es para menos. Ella lleva 11 años gestionando el arreglo del techo de su casa de tejas acanaladas de barro, afectado primero por el ciclón Ike en 2007, y de nuevo por el Sandy, en 2012. ¿En qué listado estadístico se habrá extraviado la esperanza de Martha Rosa?
Las malas condiciones de su casa datan desde mucho antes. Por ello, en 2007, trabajando entonces en la Empresa Municipal Agropecuaria, y al amparo de un convenio entre esta y la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), ella suscribió un contrato para comprar los materiales necesarios, el que fue cancelado por la UMIV tras el paso del ciclón Ike en 2008.
En 2014, Martha Rosa solicitó un subsidio para una reparación integral de su casa, el cual se le otorgó el 30 de septiembre de 2016, por una cuantía de 58 000 pesos. Y desde entonces solo ha podido comprar parte de los materiales asignados. Entre otros, le falta todo el cemento, lo cual le impide fundir la placa de la casa e iniciar los trabajos que requiere su hogar.
Perseverante que es, la mujer ha realizado todo tipo de gestión a su alcance en el municipio, tanto ante los funcionarios de la Vivienda encargados como ante las autoridades del Gobierno que atienden las quejas de la población. Pero sin lograr solución a sus reclamos.
Lo que más le duele es que personas favorecidas por mejores posibilidades económicas, relaciones personales u otras causas, han podido obtener los materiales necesarios para reparar sus viviendas, e incluso para construirlas.
«Ya tuve que tramitar la prórroga del contrato del subsidio en septiembre de 2017, y nuevamente en septiembre de 2018, al no poder adquirir los materiales en el tiempo establecido, enfatiza. Si la presente gestión no resolviera mi problema tendré que realizar otra vez ese burocrático trámite, pues el contrato se me vence por tercera ocasión el venidero 30 de septiembre».
Martha Rosa tiene 59 años de edad y vive sola en su intento de vivienda. Está jubilada desde 2011 por razones de salud. Ha sido operada ya tres veces y debe someterse a una cuarta intervención. Pero para ello debe esperar a tener reparada su casa, pues al requerir la convalecencia un largo período de reposo, debe hacerla bajo un techo adecuado, del cual carece.
«Solo me resta añadir que no soy la única persona del municipio que no puede acceder a la compra subsidiada de materiales para reparar su vivienda. Aquí en Banes somos muchos los jubilados, ancianos y otras personas carentes de recursos, los que enfrentamos limitaciones para hacer efectiva esa importante ayuda que tan generosamente nos ha concedido nuestra Revolución», concluye.
Cuenta Rodolfo Roque Fuentes (calle 100 No. 6101, apto 6, entre 61 y 63, Marianao, La Habana), que cuando en 2011 vino de España su hija, residente en aquel país, metió el pie en un registro sin tapa por 100 y 51, en ese municipio, y tuvo fractura del empeine, por lo cual fue atendida en la clínica Cira García.
Han pasado 11 años y hace unos días Rodolfo pasó por allí casualmente. El hueco seguía allí imperturbable, como un monumento a la indolencia y la desidia. ¿Cuántos habrán caído por él en ocho años?
«Aparentemente es natural que sea así, y ningún organismo o institución se ocupe del asunto. ¿Para cuál aniversario de La Habana no existirán huecos como éste?», se pregunta Rodolfo, y camina desde entonces sin levantar la mirada del piso, por precaución… y por vergüenza ajena también. ¿Quién será el responsable de tanto olvido y desentendimiento?