Acuse de recibo
EL doctor Melchor López Ávila (Lealtad 575, entre Salud y Dragones, Centro Habana, La Habana) cuenta que, por trasladar una silla de ruedas en Ómnibus Nacionales desde Las Tunas a La Habana, le cobraron 420 pesos, como parte del pago de exceso de equipaje establecido recientemente en los viajes por esa Empresa.
Significa el remitente que tal tarifa equivale al 318 por ciento del precio de un pasaje regular de Las Tunas a La Habana. Y considera que es un atropello, pues «nadie que transporta una silla de ruedas lo hace por placer o para lucrar; es una carga humanitaria, y como tal deberían cobrar su traslado».
En su caso particular, afirma, necesita la silla de ruedas porque está obligado a operarse de una pierna, luego de que le amputaran la otra hace 14 años por un accidente del trabajo. Y ahora, después de los gastos de prótesis y muletas que enfrenta con periodicidad promedio anual —los que afortunadamente son subsidiados—, debe asumir por la transportación de una silla de ruedas un precio que supera en más de tres veces lo que el Gobierno Revolucionario cobra por la confección completa de una prótesis de muslo con piezas importadas (130 pesos).
«Es como borrar de un zarpazo todo el esfuerzo de un Estado por querer favorecer los sectores más vulnerables de la población, manifiesta Melchor, convencido de que artículos tan sagrados para la salud humana debían ser tratados de otra manera en el servicio de equipajes».
El 2 de octubre de 2018, y desde Manzanillo, Pablo Isaac Riera señalaba aquí que la terminal de ómnibus de esa ciudad, desde donde salen viajes para diferentes destinos del país, tenía una sola taquilla para las reservaciones de pasaje. Y ello genera irritación para quienes hacen la cola, agravada porque los boletines se rellenan a mano.
Contó que el 11 de septiembre de ese año, cuando intentó hacer una reservación, el administrador de la terminal le dijo que hace varios años le dejaron una sola plaza para la venta de reservaciones.
«Muchos de nuestros problemas hoy son de carácter subjetivo, decía Pablo Issac, y están necesitados de personas con un pensamiento diferente y un accionar rápido ante las dificultades… Al final las reservaciones se venden, más rápido o más lento, pero sin pérdidas. La pérdida es de tiempo, y la sufren los que madrugan y dejan de trabajar; en fin, los necesitados del servicio».
Al respecto, responde con sumo retraso Luis César Ladrón de Guevara Marzal, director de Desarrollo y Análisis del Tráfico de Pasajeros del Ministerio del Transporte, y concede la razón a Pablo Issac.
Refiere que «en esa agencia existen dos taquillas: una para la venta de reservaciones y otra para la atención de pasajeros de lista de espera. Transitan o tienen origen en esa ciudad cinco rutas, tres en días alternos, y una lunes y jueves, lo que como promedio representa 300 capacidades diarias de venta de boletines de forma manual, que realmente provoca aglomeraciones, demoras y molestias a los pasajeros».
Informa que para erradicar esa situación, se viene aplicando la generalización de la venta automatizada de boletines a través de la empresa de reservaciones Viajero.
En el caso de Manzanillo, precisa, ya se encuentra la agencia en dicho municipio, y debe empezar a prestar servicios a fines de marzo, con tres posiciones de venta. En estos momentos se concluye el acondicionamiento del local.
«Agradecemos las opiniones, planteamientos y quejas de la población, afirma, pues nos permiten conocer de primera mano nuestras deficiencias en la calidad de los servicios que prestamos al pueblo, y nos facilita adoptar las medidas y acciones que correspondan en cada caso para erradicar los problemas», concluye.
Agradezco la respuesta. Ojalá que con la automatización de la venta mejore el servicio, porque la calidad al final no la decide la tecnología, sino la excelencia y el rigor humanos, más mucho control directivo. Ojalá que no tengan que esperar las quejas y planteamientos de la población para conocer sus propias deficiencias y erradicarlas, sino detectarlas y resolverlas antes, de manera preventiva.