Acuse de recibo
Magelys Suárez Rodríguez (Granja Avícola, Reparto Federal No. A-6, Aguada de Pasajeros, Cienfuegos) cuenta que su hijo Reinier Sardiña Duárez, de 38 años, requiere de tratamiento de hemodiálisis tres veces por semana desde que tenía 14 años, en espera aún de un trasplante de riñón.
La madre está muy agradecida de la esmerada atención que recibe Reinier en el hospital de Cienfuegos, y de la priorizada transportación en taxi que garantiza el Estado cubano a esos pacientes.
Pero vive sobresaltada en tiempos de lluvia, porque el camino por donde debe llegar el taxi y salir con su hijo, está en crítico estado, al punto de que se producen inundaciones. Y el taxi no puede acceder.
Esta situación, refiere la madre, es del conocimiento de la Delegada de la circunscripción y de la Presidenta del Gobierno municipal, quien fue testigo de las recientes inundaciones en ese territorio a raíz de la última tormenta tropical.
Entonces, Magelys habló con la Presidenta, quien le confirmó que conocía su caso e iban a resolver la situación. Pero según cuenta la madre arreglaron todos los caminos cercanos, excepto el que accede a su casa.
«Mi preocupación, afirma, es que ahorita comienzan las lluvias, y cada día en la vida de mi hijo cuenta: no se puede dejar de dializar».
Aunque pudiera parecer un asunto muy personal, la vida de un solo cubano es algo muy sagrado. Es asunto de país. Esperemos que el Gobierno municipal busque una solución, aunque sea emergente, mientras tanto. Todo menos cruzarse de brazos. «Se hace camino al andar», sentenció un gran poeta.
El 14 de diciembre de 2018, y desde el balneario capitalino de Guanabo, Julio S. López Cuesta entremezclaba un elogio y una crítica en su carta.
El primero, a «la seriedad con que se trabaja en la Terminal de Ómnibus Urbanos de Guanabo, de todos los trabajadores y empleados; en primer lugar de su administrador».
Y la segunda, una censura a lo que se hacía frecuente en la cabecera de la ruta A 40: la violación de la norma que establece que antes de recoger el pasaje en la cola, en cada viaje se autorice solo a subir a cuatro empleados, con su debido carné.
Refería que «prácticamente siempre montan más de cuatro, sin ser siempre empleados; es fácil de comprobar, porque van vestidos de uniformes escolares, de la salud y otros oficios y profesiones ajenos al transporte».
Al respecto, responde José Conesa, director general de Transporte en La Habana, que se visitó la terminal de ómnibus de Guanabo, donde se le indicó al administrador que los choferes deben cumplir con lo establecido de montar solo a cuatro empleados en cada ómnibus.
Añade que «se contactó con el departamento de Transporte Municipal de La Habana del Este, para que de manera permanente colocaran a un inspector en esa cabecera, ya que solamente se hace en el período veraniego».
Igualmente, se hizo con el Departamento Municipal de La Habana Vieja, para que se realizara un monitoreo constante en la cabecera ubicada en Egido y Muralla. Y se visitó a Julio, a quien se le explicaron las acciones realizadas, al tiempo que él les dio sugerencias para erradicar ese fenómeno en las cabeceras de los ómnibus en sentido general.
Agradezco la respuesta, mas considero, como muchos ciudadanos, que se han desgastado las vías de indicar, convencer y conversar de lo que ya se sabe, con quienes aún así infringen las normas establecidas.
Y hago votos porque en este 2019, en medio de la crisis de transporte que vive la capital, se pueda frenar con rigurosidad y constancia tal violación —extendida más allá de la terminal de Guanabo, con inspectores y todo. ¿Se podrá o no se podrá? Las normas se hacen para ser cumplidas.