Acuse de recibo
Diabetes insípida nefrogénita. Así se nombra el padecimiento que aqueja, desde que nacieron, a los dos hijos de Yuniesky Betancourt Pérez (Calle 29, No. 9, entre 2da. y Loma de la Cruz, Rpto. El Llano, Holguín). El varón tiene 16 años y la niña tiene 12 —precisa el papá— y hace poco recibieron colchones, sábanas, toallas y zapatos como asistencia social; la cama aún no les ha llegado.
La delegada del Poder Popular en su zona, señala el remitente, le manifestó a la madre de los muchachos que «Salud Pública municipal les había aprobado el refrigerador para cuando llegaran», pero ahora le dan, a nivel de provincia, otra información al respecto.
La mamá ya acudió al Gobierno, «y de ahí la mandan para Salud provincial, y obtuvo como respuesta que era solo para los dependientes de insulina. Se presentaron certificados médicos emitidos por la endocrinóloga (…) del Hospital Pediátrico provincial, en los que ella aclara que los niños sí necesitan dicho equipo, pues dependen de medicamentos en refrigeración; y en cada consulta hay que refrigerar la orina de los dos durante 24 horas (líquido que nadie está de acuerdo en poner en su refrigerador…); más el exceso de líquido que (los enfermos) tienen que consumir diariamente». Pero al parecer, las gestiones han sido infructuosas.
Y los padres, lógicamente, se angustian al necesitar el aparato y no poder disponer de él ni adquirirlo con facilidad. Este redactor solo espera que las autoridades de Salud implicadas aclaren, con su rigor habitual, lo referente al caso, y que, por una vía o por otra, pueda ayudarse a esta familia a resolver la carencia. Lo más difícil, garantizar una atención médica de calidad durante más de tres lustros, se ha hecho.
Pedro García Ledesma (Avenida General Cebreco No. 454, e/17 y 19, Vista Alegre, Santiago de Cuba) es un español que ama a Cuba y alterna su vida entre ambos países. Ya ha visitado como remitente estas páginas, y ahora lo vuelve a hacer no para alertar sobre algún problema concreto, sino para proponer una reflexión sobre los combates habituales de la columna.
Parte el lector de felicitar la labor de denuncia continua del espacio que, según afirma, constituye lectura diaria para él. «Si en todos los países y estamentos se cometen errores y hay insatisfacciones con los usuarios, yo no podría decir que en Cuba ocurran más. No sería justo».
Lo que sucede —razona— es que a veces las instantáneas de casos concretos dejan la impresión de que todo marcha mal. Y eso es un error. A Pedro le sorprende que de manera sistemática se publiquen acá las sanciones que se aplican por las distintas entidades a quienes han violado normas y procedimientos. Y cree que ese mismo rigor para sancionar debía regir «el control interno de las responsabilidades de cada profesional en el ejercicio diario de su función».
Observa el remitente que muchas veces los organismos actúan «cuando el toro ya está muerto», usando una frase de su país de origen y considera que se debe crear el ambiente necesario para que todos trabajemos pensando en la calidad y el buen servicio al usuario, más que en las posibles sanciones…
Ese ha sido, fraterno lector, la batalla de este espacio desde siempre, de 20 años de dura brega. La cuestión, pensamos, es no cansarse. En todo caso, gracias por su amable y profunda lectura de todos los días.
Así se nombran los medicamentos que requiere con premura la madre de Zaida Marrero Falcón, quien se halla ingresada en el hospital Saturnino Lora, de Santiago de Cuba, en la Sala de Cuidados Intensivos (cama no. 2), con «una fístula posquirúrgica de alto flujo. Le agradecería infinitamente a quien pueda donármelo. El teléfono de mi casa es 22714173 y el móvil 54073104», ruega Zaida.
La red de fraternidad humana que siempre se ha tejido en torno a casos similares tiene otra oportunidad de crecimiento humano. Ayudémonos.