Acuse de recibo
José Luis Linares García (Edificio 621, apto. 21, Zona 16, Alamar, La Habana) escribe muy preocupado por los breakers o interruptores automáticos que se están instalando, junto a los nuevos relojes contadores de la electricidad, en edificios multifamiliares de la capital.
Manifiesta el remitente que los breakers que estaban instalados en su edificio antes del cambio de relojes eran de 30 amperes, y con la sustitución los que se pusieron son de 80 amperes.
Y esto viola, en su criterio, las normas de protección que debe brindársele a la instalación eléctrica de esos apartamentos, en la cual se emplea el alambre calibre AWG con forro de polietileno, el cual está apto para conducir una corriente de 20 amperes.
«Los breakers, asegura, se calculan para una corriente igual o menor que el 150 por ciento de la corriente que conduce el alimentador a proteger; de ahí que los adecuados sean los de 30 amperes.
«Y en caso de no existir estos, al menos instalar en su lugar los de 32 amperes, que es una capacidad normalizada por los fabricantes».
Explica José Luis que al colocarse los breakers de 80 amperes, los conductores quedan sin protección, pues esa magnitud es el 400 por ciento de la corriente que conduce el alambre calibre 12. Y ante la presencia de un cortocircuito, alega, se puede quemar la instalación antes de que el breaker actúe.
José Luis llamó a la Organización Básica Eléctrica del municipio Habana del Este, y el comercial de la misma le manifestó «que esos gabinetes habían venido así, y que tenían órdenes superiores de instalarlos».
Y cuando le dijo que en otros edificios se había hecho el cambio con breakers de 30 amperes, le planteó que estos se habían agotado, y por eso se estaban instalando los de 80 amperes.
«Hoy llamé a la Agencia de Seguridad y Protección contra Incendios, subraya, y me respondieron que ellos no se ocupaban de esos problemas, y desconocían lo de los cambios; me recomendaron llamar a los Bomberos al 105, y solicitara me pusieran con Prevención».
José Luis se comunicó con Prevención, y le aseguraron que plantearían la situación a la Empresa Eléctrica.
«Nunca he puesto en duda la capacidad técnica de la Empresa Eléctrica, refiere, pero ante la situación presentada entiendo que debe ponerse en conocimiento de quien corresponda, y hacer las aclaraciones correspondientes», concluye.
Y aunque a este redactor y a otros lectores pueda resultarle difícil de entender el meollo del problema técnico, vale la pena reproducir este alerta, para que la Empresa Eléctrica de La Habana pueda responder.
Belkis Monzón Soto (Avenida 60 No. 2301, entre 23 y 25, Cienfuegos) es damnificada del huracán Irma, y desea destacar que en el rastro de los materiales de construcción de esa ciudad las cosas funcionan como deben ser, gracias a que lo administra una persona como Miladis (no precisa sus apellidos).
«Es tan gratificante llegar a ese lugar y tener respuesta para todo lo que se necesita, afirma. La disciplina se respira dentro del centro por medio de trabajadores que saben conversar, y a la vez indicar hacia donde se debe dirigir el afectado para recibir lo que necesita.
«Sí se puede cuando se quiere; y sería bueno que las autoridades de nuestra provincia valoraran el trabajo y la abnegación de esta compañera, que imagino que con gran valentía asumió tal responsabilidad, ya que ese centro desde hace años tenía fama de que se cometían ilegalidades. Me atrevo a asegurar que esto quedó erradicado».
Aun así, asevera que fuera del rastro sí se cometen ilegalidades; pero eso solo compete a las autoridades, que tienen que ponerles fin.
«Esto, asegura, debe ser un trabajo sostenido. Llamo a la reflexión a todo aquel que tenga que ver con ello. De esta manera les aseguro que el rastro de Cienfuegos respirará mejor ambiente», concluye.