Acuse de recibo
Así, como lo lee. Ya la capitalina Mayendé Placeres Varela (calle Suárez No. 218, entre Misión y Esperanza, La Habana Vieja, La Habana) tiene los pies cansados de tanto peregrinar entre instituciones en busca de solución para sus angustias. Madre soltera de tres hijos, y abuela de una niña de un año y seis meses, Mayendé cuenta que en instancias de Vivienda (no aclara si municipal o provincial), «cada vez que pido una entrevista con el director para plantearle mi crítica situación nunca puede atenderme. Desde el año 1981 el edificio está reportado como inhabitable. Cada vez que nos afecta un ciclón nos trasladan para el Capitolio, dejando atrás todas nuestras pertenencias. Luego de transcurrido el mal tiempo nos regresan a nuestro domicilio, aun sabiendo el grave peligro que representa esto»…
Añade la remitente que en varias ocasiones han llegado arquitectos a tirar fotos, hacer dictámenes, diagnosticar… Luego les aseguran que Secons vendrá a demoler los últimos pisos, fuente del mayor riesgo, pues la azotea está partida a la mitad, y finalmente, nada.
«En 2013 —precisa— vinieron a demoler parte de la fachada y todo se quedó así (…), todavía existe la evidencia: (…) los trabajadores dejaron el cable de la grúa amarrado al edificio y no vinieron más. (…) Están los planos del edificio listo para demoler desde dicha fecha y nunca han venido».
Cuando llueve fuerte —evoca— casi siempre se desprenden pedazos de aleros del inmueble, circunstancia harto peligrosa teniendo en cuenta no solo los niños que habitan allí, sino también los que transitan o se agrupan en los alrededores.
Y añade que el edificio que les queda a una cuadra, en la propia calle Suárez, entre Gloria y Apodaca, lo demolieron rápidamente luego de un derrumbe.
La familia de la habanera ha solicitado albergue, pero la respuesta, evoca, es que no hay, que no es posible. Y ella, solamente está pidiendo una alternativa, un aire distinto para poder vivir con los suyos tranquilamente.
Junto a su carta, envía la lectora varias fotos de la edificación que gritan por sí solas.
Desde el 31 de enero último se halla Aleida Cabrera López (Hidalgo No. 264, Apto. 5F, entre San Pedro y Lombillo, Nuevo Vedado, Plaza de la Revolución, La Habana) enfrascada en la subsanación de un error que aparece en su certificación de matrimonio.
Cuenta Aleida que se casó, hace 34 años, con un oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. En aquel momento, él «no portaba carné de identidad, y el documento que le fue solicitado para nuestro matrimonio fue el carné de las FAR. En la certificación de matrimonio aparece el primer apellido de la madre dos veces, ya que no fue inscrito por el padre al nacer en 1940; sin embargo, en dicha certificación no aparece el nombre de la madre, porque el carné militar no lo refleja».
En el Registro Civil entregó la habanera los documentos solicitados: inscripción de nacimiento de su compañero, certificado de matrimonio y certificado de defunción con fecha 14 de enero de 2018, y redactado por su carné de identidad, rememora.
«Las respuestas han sido varias, pero la última fue la Resolución emitida el 12 de marzo por el Registrador Principal Lic. Enrique Pedrero, donde resuelve declarar mi petición “sin lugar”, y no autoriza subsanar el asiento registral del matrimonio, ya que no tiene claro si está en presencia de una misma persona (mi compañero de vida desde 1984), alegando que puede existir otra persona según los documentos presentados por mí», relata.
«Después de visitar en seis ocasiones el Registro Civil, y por el mismo asunto, me informan que debo hacer una reclamación de inconformidad. De declararse esta “sin lugar”, debo contratar los servicios de un abogado y llevar el caso al Tribunal, ante el cual debo llevar mis pruebas, testigos e incurrir en gastos monetarios. ¿Hasta cuándo debo seguir arando en el mar?», cuestiona la capitalina.