Acuse de recibo
El 16 de diciembre de 2016 Rebeca Monzó Mieres denunciaba aquí sus insatisfacciones con el Registro Civil del municipio capitalino de Playa, al solicitar la inscripción de nacimiento de su hijo. Contaba que, al deteriorarse los libros de inscripciones de nacimiento en ese Registro, decidieron transcribir estas a nuevos libros. Y todo parecía indicar que en esas transcripciones se cometieron errores que nunca se subsanaron.
Cuando Rebeca solicitó la inscripción de nacimiento de su hijo, el documento apareció con un apellido cambiado. La madre señaló a la funcionaria que era un error de ellos y le mostró la copia de una inscripción anterior al cambio de los libros, en la cual los apellidos estaban correctos.
La funcionaria le respondió que la solución única era un proceso de rectificación de errores, con la consiguiente pérdida de tiempo y el costo que ello supone. Y Rebeca arguyó: «No entiendo por qué un error del Registro Civil debe asumirlo el ciudadano, cuando esto pudiera haberse evitado si, después de la transcripción, hubieran comprobado los datos con los existentes en el carné de identidad, donde toda esa información se encuentra digitalizada y es la correcta».
Al respecto Sulema Ferrer Caballero, jefa del Departamento de Registro del Estado Civil de la Dirección Provincial de Justicia de La Habana, responde que, ciertamente, Rebeca Monzó solicitó la expedición de una certificación de nacimiento de su hijo Alfredo Betancourt Monzó, quien está inscrito en el Tomo 294, Folio 361, de la oficina registral Unificado de La Habana.
Y dicho asiento registral, explica, se reconstruyó de oficio, al detectar los trabajadores de la oficina que estaba destruido y no era posible brindar el servicio. Para ello se tomó como base el asiento que obra en el tomo de la Oficina Provincial de Tomos Duplicados.
Apunta que, al verificar dicho asiento, se percataron de que la letra con la que se había elaborado este «poseía rasgos que ofrecían confusión, dando al traste con el error manifestado por la promovente».
Una vez analizados los elementos expuestos por la solicitante, añade, y lo apreciado en el asiento registral, se arribó a la conclusión de que, ciertamente, el apellido es como alegaba la madre: Mieres y no Mures.
Afirma que, al contactar el Departamento Provincial de Registros Civiles de La Habana con Rebeca, ella «expresó plena satisfacción con los resultados del proceso, y una vez culminado este recibió la certificación solicitada sin dificultad».
Agradezco la respuesta y solución del caso, pero lamento que no se aproveche la oportunidad para explicar por qué se producen ese tipo de errores y descuidos en la transcripción de documentos tan sensibles, por instituciones como el Registro Civil, donde se supone que laboren personas idóneas, muy profesionales y cuidadosas hasta el detalle en lo que tiene que ser fidedigno, y con buena letra. No es la primera vez que se registran esos yerros en dichos Registros.
Peligro latente por posible escape de gas
Georgina Cantón Valdés (calle 25 No. 801, apartamento 2, entre B y C, Vedado, La Habana) revela alarmada que en los años 2015-2016 la factura por consumo del gas manufacturado (de la calle) fue aumentando de tres a cuatros pesos, hasta diez, 15 y 16.
«Quejas van y quejas vienen, visitas e inspecciones no han faltado, pero sin resultado», afirma, y refiere que se ha dirigido a diferentes instancias de la Empresa de Gas Manufacturado, reclamando se ajuste el cobro a lo que ella verdaderamente consume.
Y la respuesta de la Empresa, señala, ha sido que no se puede, ya que existe peligro latente por posible escape interior de gas.
«Inconcebible, inaudita respuesta, enfatiza. Y que no se haga nada al respecto ante una situación que considero gravísima, y la salida sea que siga pagando. Tan pronto esté en condiciones físicas, acudiré a Fiscalía para que se me oriente qué hacer legalmente y qué derechos me asisten», concluye Georgina, quien, aparte del alerta por el peligro, quiere conocer qué tiene que ver una cosa con la otra.