Acuse de recibo
El pasado 14 de diciembre, Julio Simoneau censuraba aquí el tratamiento que se le brindó en las oficinas del carné de identidad en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, en 17 y J, Vedado.
Contaba Julio que el 2 de noviembre de 2016 solicitó allí su nuevo carné de identidad. Y el 16 de ese mes, cuando fue a recogerlo, este no aparecía, por lo cual tuvo que hacer de nuevo los trámites para obtenerlo.
El 2 de diciembre retornó en busca del carné, ¡y este tenía una errata en su apellido! Además de la molestia por segunda vez, la supervisora le informó que debía comprar de nuevo los sellos de timbre para obtener el ansiado documento de identificación.
«¿Por qué tengo que pagar dos veces los sellos de timbre por un error de ellos? Me parece muy injusto», señalaba Simoneau.
Al respecto, responde el coronel Mario Méndez Mayedo, jefe de la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería (DIIE) del Ministerio del Interior, que investigaron los hechos, «y lamentablemente le asiste toda la razón al demandante».
Precisa el coronel Méndez que «hubo falta de profesionalidad por la funcionaria actuante, lo que devino maltrato al usuario por la pérdida de su tiempo, las respuestas incorrectas y el cobro indebido por un mal servicio, responsabilidad total de la entidad».
Afirma el Jefe de la DIIE que se visitó a Simoneau, se le ofrecieron disculpas y le devolvieron los 25 pesos cobrados indebidamente de nuevo por los sellos. Y se le informó que a la funcionaria responsable «se le aplicaron las medidas disciplinarias en correspondencia con la incorrecta actuación».
Manifiesta que Simoneau agradeció la atención brindada y reconoció la inmediatez de la respuesta a su demanda, al alegar que pese a lo ocurrido, no tiene quejas referentes a la forma en que fue tratado durante la realización de su trámite.
«No obstante, señala, estamos convencidos de que el maltrato no necesariamente tiene que ser de palabras; también se maltrata cuando se da una información desacertada o se le hace responsable de nuestros errores».
Agradezco la respuesta y suscribo totalmente la definición del coronel acerca del maltrato. Solo señalo que hubiera sido ilustrativo saber cuáles fueron «las medidas disciplinarias en correspondencia con la incorrecta actuación».
El pasado 27 de diciembre escribió José Reyes Manso, vecino de Marqués González No. 704, entre Maloja y Sitios, en el municipio capitalino de Centro Habana, para denunciar los problemas que presenta allí el alcantarillado y drenaje pluvial, «después de más de un año de infructíferas quejas y reclamaciones a Aguas de La Habana».
Sostiene él que, con el peso de los vehículos del tránsito, que incluyen camiones y ómnibus, se quebró la parte superior del canal de desagüe soterrado, lo que causó su obstrucción total y un gran bache en la superficie.
Aguas de La Habana fue a reparar, apunta, y decidió no reconstruir el viejo canal, sino poner una tubería de PVC mucho más estrecha, a pesar de las advertencias de los vecinos, en cuanto a que ello podría traer nefastas consecuencias. Y concluidos los trabajos, a la semana colapsó el canal y se hundió de nuevo el pavimento.
La obstrucción de la línea central, explica, implica que cuando llueve, las aguas albañales se acumulen, haciendo retroceder por todos los conductos posibles las descargas residuales de las viviendas.
Ello ha provocado la filtración de los pisos, los que se han quebrado en el interior de las viviendas, y la salida por los tragantes de aguas albañales pestilentes. Todo el sistema de desagüe de varias viviendas ha quedado total o parcialmente tupido.
Los vecinos, señala José, han reclamado a Aguas de La Habana por el mal trabajo, han informado al Vicepresidente correspondiente del Gobierno provincial, y en medio de los aguaceros han llevado hasta allí a los inspectores para que vean con sus propios ojos tal desastre. Pero no han tenido respuesta.