Acuse de recibo
Un peligro agobia a la capitalina Ángela Nancy Quintana Gutiérrez (calle 2 No. 724, apto. 4, entre Zapata y 31, Vedado, Plaza de la Revolución). El edificio en que vive es colindante por un lateral y por el fondo con la ciudadela ubicada en el No. 728 de la misma calle 2, en la cual residen aproximadamente 40 familias, incluyendo muchos niños.
Sucede que en la esquina izquierda del fondo del inmueble, en el tramo comprendido desde la parte superior del 2do. piso hasta su parte inferior, en más de dos metros y medio de largo, existe una voluminosa lasca de hormigón separada de la pared en un tramo de más de medio metro por una rajadura. «Si ese pedazo se cae, lo más probable es que lo haga hacia un pasillo de la ciudadela que es utilizado por todos los vecinos de esta como acceso a sus viviendas. Por ese pasillo entran y salen muchos niños que, sin darse cuenta del peligro, juegan justo debajo del pedazo antes descrito», detalla la remitente.
Por si esto fuera poco, otra alarmante situación es que en la pared del lateral derecho del edificio —justamente debajo del tramo donde se apoya uno de los grandes tanques de agua—, existe una rajadura horizontal de aproximadamente medio metro. De esta grieta «brotan múltiples plantas de helechos enraizados en la pared (…). Cuando ese borde colapse por el peso del tanque sobre una pared rajada, el tanque caerá sobre el pasillo lateral izquierdo del apartamento No. 2 o sobre el patio o azotea de la vivienda colindante», señala la capitalina.
Ambas situaciones, refiere, fueron comunicadas en la sede del Gobierno municipal y en la Dirección de Vivienda a ese nivel por la actual delegada de circunscripción hace más de cuatro meses. Y no se ha hecho nada al respecto.
«Cabe destacar que desde hace más de 20 años los vecinos hemos venido planteando la necesidad de reparación del edificio construido en 1944. Tanto así que en enero del 2000, la (…) entonces delegada de nuestra circunscripción, la No. 27 de Plaza, informó en una asamblea de rendición de cuentas que el inmueble estaba en tan mal estado que se comenzaría a reparar a más tardar el 20 de mayo de ese propio año, lo cual (…) no se ha hecho todavía».
Angustiada por el riesgo de un fatal suceso, Nancy habló el pasado 22 de julio con el oficial de guardia del Comando No. 5 de Bomberos, radicado en calle 23, entre 6 y 8, en el Vedado, para solicitar que se tumbara el infausto pedazo de concreto. El ejecutivo «me escuchó con mucha paciencia y buen trato, pero me explicó lo que ya sabía, que ellos no podían hacer nada».
Lo último relacionado con el problema es que algunas semanas antes de escribir a Acuse, visitó el edificio una inspectora de la Vivienda, y comprobó in situ los motivos de la preocupación colectiva, según explicó el residente del apartamento 2, en asamblea de vecinos, evoca la lectora.
«A pesar de que mi apartamento es de los más afectados constructivamente, tanto interna como externamente, en estos momentos pienso que lo más urgente es dar solución a lo antes planteado, porque si se cae el pedazo de concreto hacia la ciudadela (…) o se cae el tanque de agua, pudiera correr peligro la vida de las personas», reflexiona la habanera.
Y este redactor solo añade que si Nancy, que no es de los que tienen pendiendo sobre sí la lasca de piedra, está tan alarmada, ¿cómo estarán los vecinos que día a día deben transitar por el desventurado pasillo?