Acuse de recibo
Con letra pequeña y firme, como de quien apoya duro el lápiz al papel nos escribe el holguinero Roger Cruz Mastrapa (Tony Alomá No.33, Tacajó, Báguanos) para denunciar un sinsentido. No lo hace solo a título personal, sino expresando el sentir del colectivo del banco de semillas de caña de la Unidad Básica Atención al Productor Fernando de Dios, de la Empresa Azucarera Holguín.
«A nuestro colectivo se le paga la tonelada de caña para semilla a 0.60 CUC, pero hasta hoy (8-01-2016) (…) nos deben el mes de octubre y noviembre de 2015», se duele el remitente.
Y añade: «Cuando preguntamos al Departamento Económico o al de Capital Humano de nuestra unidad, nadie sabe responder y alegan que es un problema de la empresa. Dicha situación se repite, ya que el año pasado nos pasó lo mismo y si no escribimos al periódico creo que todavía estaríamos esperando. (…) Y nos preguntamos: si nosotros cumplimos con nuestra parte de producir la semilla, ¿por qué tanta morosidad de la otra parte? ¿Será que esto se convertirá en un hábito común y corriente?»
Poco más debe agregar este redactor, solo lo que muchas veces hemos dicho: el pago a quien trabaja es sagrado. ¿Acaso cuesta entender esto con el estricto rigor que implica?
Una mala película de aventuras vivió la villaclareña Tatiana de la Caridad Valdés Camacho (Jesús R. Lanza No.6, entre Céspedes y Martí, municipio Cifuentes), a bordo de la Yutong interprovincial No. 1088 que cubrió la ruta Encrucijada–La Habana el 16 de septiembre de 2015.
Narraba Tatiana, cuyo caso publicamos aquí el 14 de noviembre pasado, que el día de marras la guagua estaba rota y no se lo comunicaron a los pasajeros. Traía el parabrisas trasero con un hueco y luego se terminó de romper. Por supuesto, esto provocó que se esfumara el aire acondicionado y que entraran al ómnibus los gases tóxicos de la combustión.
Ante el reclamo de los dolientes a los conductores del ómnibus, estos contestaron con justificaciones como que las guaguas estaban muy malas, casi de pararlas, que ellos no tenían la culpa, etc. La remitente se preguntaba: ¿Acaso la culpa la tienen los clientes, quienes además deben desembolsar un precio alto por el pasaje?
A propósito responde Alberto Ramos Miranda, subdirector general de la Empresa de Ómnibus Nacionales (EON). Comenta Alberto que su institución indicó a la UEB Francisco Caamaño investigar, analizar y responder la queja de Tatiana, para lo cual se desarrolló la indagación correspondiente.
«Se pudo comprobar que en el trayecto Cifuentes–Santa Clara, ocurre el incidente de impacto de una piedra con el parabrisas trasero, y se ocasiona la rotura del mismo; este hecho no fue comunicado por parte de la tripulación a la Estación de Santa Clara con el fin de pedir un trasbordo, como lo establece el Reglamento; continuando el viaje, lo que ocasionó la caída del parabrisas. De esta manera se produjo la afectación del aire acondicionado y la entrada al ómnibus de gases tóxicos propios de la combustión del motor, afectando a los pasajeros», apunta el ejecutivo.
«Por lo antes referido —sostiene—, se determinó aplicar a ambos miembros de la tripulación la medida disciplinaria consistente en “suspensión del vínculo laboral sin retribución, por el término de hasta 30 días naturales”, de conformidad con lo que establece el artículo 149, (inciso c) del Código de Trabajo. Por lo anteriormente expuesto se declara el proceso “con razón”».
Agradezco la respuesta de la EON, que además trae anexo un grueso paquete de documentos con todos los procedimientos del caso, incluidos la misiva a Tatiana de la Caridad Valdés, donde se le notifica de la investigación y de la medida aplicada a los conductores del vehículo, la que aceptaron y firmaron conscientemente.
Solo apunto, no específicamente para la EON, sino de manera general, una verdad casi de Perogrullo: debemos avanzar, de una vez, hacia funcionamientos institucionales estables, en los que el control de la calidad de los servicios sea sistemático y no solo reactivo ante una denuncia.