Acuse de recibo
David Daniel La O Naranjo (calle 4 nro.3, Niquero, Granma) me confiesa que se siente desamparado y triste, a pesar de que siempre se ha crecido como persona, al punto de desbordar las barreras que le impuso un determinismo genético, y ser hoy un joven preparado y útil a la sociedad.
El remitente cuenta que perdió la visión a los dos años, producto de una enfermedad congénita. Y al llegar a la edad escolar, sus padres lo internaron en una escuela especial distante a más de cien kilómetros del calor del hogar y de la protección familiar; solo para que se valiera por sí mismo en la vida, se preparara como un hombre de bien y desde una profesión pudiera devolverle a la sociedad todo lo que esta hace por los invidentes.
Concluida la primaria, David Daniel se incorporó a la enseñanza normal. Cursó la Secundaria y el Preuniversitario. Y en la Universidad de Granma se graduó con Título de Oro en la carrera de Ingeniería Informática.
Su vida estudiantil está iluminada por una medalla de oro en el Concurso Nacional de Matemática en 2005. También integró la preselección nacional de Matemática para la Olimpiada Centroamericana de esa asignatura, que se celebró en El Salvador. Y participó en el Primer Concurso Internacional de Programación ACM-ICPC, celebrado en Cuba.
En septiembre de 2012, Daniel comenzó su Servicio Social y adiestramiento en el Poder Popular de Niquero, donde ha obtenido en estos últimos tres años evaluaciones satisfactorias.
Confiesa con dolor que, en todo ese tiempo, allí nadie se le acercó para ofertarle una plaza cuando concluyera su Servicio Social. «Nadie me dijo: tenemos vacante esta plaza, este es su contenido de trabajo; ¿crees que lo puedes realizar?, ¿qué ajustes podemos hacer para que te desempeñes aquí?», revela el joven.
Y ahora, cumplido el tiempo estipulado, lo llamaron por teléfono y le dijeron: Mira, se te venció el adiestramiento; pasa mañana por aquí, recoge tu expediente y anótate en la bolsa de empleo en la Dirección de Trabajo, porque no tenemos nada que ofrecerte.
Cuando el muchacho preguntó si en tres años no habían tenido alguna plaza, simplemente le respondieron que ellos ofrecieron todas las que habían aparecido, y él no había solicitado ninguna.
«No sé si estoy equivocado, dice, pero antes de ofertar una plaza a personal fuera de la entidad primero deben ofrecérsela a los adiestrados que cumplan los requerimientos. Por tanto, hace un mes que estoy desempleado. La presidenta del gobierno municipal tiene total conocimiento de estos hechos, así como el funcionario de la Dirección de Trabajo que atiende el área de discapacitados, y el presidente provincial de la Asociación Nacional del Ciego, entre otros. Todo el mundo quiere ayudar, pero nadie ha podido solucionar el problema».
Revela el egresado que antes de comenzar su servicio social se acercó a las autoridades políticas locales y provinciales para alertarlas de su situación, pues imaginó que iba a suceder al final lo que sucedió.
«¿Será justo que después de tanto esfuerzo, dedicación y entrega yo esté sentado en mi casa? ¿Hubiera sucedido lo mismo siendo vidente? ¿Podrá desenvolverse de la misma forma un discapacitado sin empleo que una persona sin discapacidad?
Cuando me gradué, afirma, lo hice con la cabeza llena de sueños, anhelando ser útil a la Revolución. El joven desea contribuir al desarrollo de la sociedad mediante su informatización y ganarse su sustento y el de su familia, «pues soy padre de una niña pequeña que es mi responsabilidad. Y hoy no me han dejado otra alternativa que escribir aquí para ver si un lector receptivo hace realidad mis sueños y mis derechos», concluye David Daniel.