Acuse de recibo
Lo que sucedió con las ferias de venta de productos del agro en la capital por el fin de año le preocupa mucho a Eduardo Balloqui Almeyda, vecino de Amenidad 42, apartamento 310, entre Infanta y Cruz del Padre, en el municipio habanero de Cerro.
Precisa Eduardo que en esas postrimerías del 2014 dichas ferias se promocionaron sobremanera en la televisión, la radio y la prensa. Y hasta se anunciaron en el último período de sesiones de la Asamblea Nacional.
Tal como se presentaban, añade, eran la esperanza de muchos ciudadanos con menos recursos, pues se habló de mayor cantidad, calidad y variedad de las ofertas, y a precios más asequibles que los habituales.
Sin embargo, de acuerdo con sus propias vivencias y las de otros vecinos en las ferias del Cerro, Plaza, Playa, San Miguel del Padrón, Centro Habana, La Habana Vieja, La Habana del Este y 10 de Octubre, la realidad fue muy diferente a lo que pregonaba el despliegue publicitario.
«Lo de los precios más bajos no se cumplió», precisa. «Cada quien cobró lo que quiso y nadie se metió en eso ni protestó. Lo más buscado: carnes, ajo, cebolla, arroz de importación y frijoles; todo al precio de siempre y la “matazón”».
Los llamados puestos de mando o control en muchas áreas resultaron ineficaces y ausentes, refiere. Las latas grandes de tomate, Salsa Vita Nuova y dulces en conserva, se las llevaban por cajas los trabajadores por cuenta propia, ante la ausencia de un mercado mayorista para su actividad. Algo semejante sucedió con el arroz.
«Al Cerro, manifiesta, llegó un camión con ajos, y al ser informados del precio tope al que debían vender, sencillamente dijeron que no y se fueron. ¿Los jefes? Callados…».
También el lector Osmani Frías, residente en Corrales 527, entre San Nicolás e Indio, La Habana Vieja, se muestra decepcionado con el abismo evidente entre lo que se promocionó y la realidad. Él y muchos de sus amigos y familiares, chocaron con la ausencia de productos y los precios elevadísimos de los existentes en tarima.
Al final, señala, tuve que comprar a precio del mercado de oferta y demanda. La misma cosa, se habla mucho, pero no se toman medidas, mientras unos aumentaron sus ganancias a costa del bolsillo de la población de menores ingresos.
Mientras la gran mayoría de los cubanos recibió el nuevo año en casa con su familia, Daimi Oliva Martínez (Avenida 25 Nro. 2214, Mañalich, Melena del Sur, Mayabeque) se encontraba acompañando a su suegra, quien estaba gravemente enferma, en la sala de terapia intensiva del Hospital General Aleida Chardiet, de Guines.
Había otros tres pacientes igualmente graves, y todos eran atendidos por un equipo médico de excepcional calidad.
«Cuando el reloj marcó las 12 meridiano, y se escuchó el Himno Nacional —recuerda— viví uno de los momentos más conmovedores de mi vida. Era un “brindis” de amor y consuelo, cuando, justo en ese momento que debía ser tan íntimo y familiar, todos nos abrazamos y nos deseamos lo mejor en este nuevo año. Me sentí como en casa. Y eso solo sucede en Cuba.
«Al amanecer del 1ro. de enero, cuál no sería mi asombro cuando, además de festejar el 56 Aniversario de la Revolución, fui parte de un triunfo. Sentí mía la victoria que se libraba contra la muerte, cuando el doctor Yusnavis logró extubar a un joven que hasta ese momento estaba en estado crítico. Con un gesto muy cubano, cerrando los puños en señal de victoria, agregó: ¡Lo logramos! Y todos fuimos a la cama del enfermo a darle aliento y apoyo.
«Quedé muy impresionada con lo vivido en esas 12 horas. Y solo atiné a escribir estas palabras de gratitud, no solo por la atención a mi suegra y al resto de los pacientes; sino porque en ese día tan especial, dejaron atrás a sus familias, para demostrar cuán grande es nuestro sistema.
«Quiero felicitar a la doctora Noreilis, jefa de Sala, al joven médico Yusnavis, y a los enfermeros Reglita, Osniel y Maritza, quienes hacen día a día que me sienta orgullosa de ser cubana».