Acuse de recibo
Desde Florida, Camagüey, feliz, escribe de nuevo Isis Díaz Recio, la madre que el pasado 18 de octubre revelaba aquí frustración porque su hija de 18 años, con retraso mental leve, y luego de haber cursado primero la Escuela Especial José Luis Tassende, y posteriormente la Escuela de Oficios República Bolivariana de Venezuela, se encontraba ociosa en el hogar, por no tener un empleo para sentirse útil.
Entonces, Isis afirmaba que en ese municipio no estaban creadas las condiciones para que personas como su hija pudieran insertarse en la sociedad y no sentirse excluidas. «Debemos preparar las mentes y los corazones —afirmaba— para que no sucedan cosas como esta. No podemos dejarlo de la mano; se debe insertar en la sociedad a cada discapacitado y explotar sus conocimientos».
Ahora Isis agradece a esta columna «por haber ayudado a sensibilizar algunos corazones». Y cuenta cómo, antes de las 72 horas de haberse reflejado la historia, ya tenía una respuesta positiva.
«En mi casa —señala— se personaron distintos factores interesados en el caso, puertas que algún día toqué y nunca se abrieron».
Ya el 21 de octubre Isis y su hija fueron citadas a la Dirección Municipal de Trabajo, junto a las directoras de la Enseñanza Especial y de la Escuela de Oficios, y el Jefe de Recursos Humanos de Industrias Locales en Florida, entre otros. Y en la reunión se acordó ubicar a la muchacha en Industrias Locales del municipio.
«Desde el 23 de octubre —narra Isis—, mi hija María Teresa se encuentra laborando allí. La veo feliz. Juntas salimos por la mañana de casa: ella para su nuevo trabajo, y yo para el hospital donde laboro. Por la tarde, nuevamente en la casa, intercambiamos ideas. Ya me comentó que había participado en su primera reunión sindical, y que en el mes de enero pagaría su cuota sindical del año.
«En esta Revolución hay un espacio para todos. Y debemos aprender a convivir con personas que tienen necesidades especiales, a tratarlos con amor. Seguiré abogando por que todas las personas como mi hija tengan su espacio, y sean insertadas en la sociedad con respeto y sin condescendencia. Seguiré confiando en la grandeza de esta Revolución», asevera Isis.
La propia Isis fue más rápida en dar la buena nueva que quienes deben responder institucionalmente por el caso de su hija. ¿Se podía o no se podía dar empleo a la muchacha? ¿Habrá otros jóvenes en similar condición a la que ella atravesaba luego de haber cursado la humanísima Enseñanza Especial de Cuba? Esperamos la respuesta oficial para saber por qué la esperanza de María Teresa languidecía.
Carlos Rodríguez cuenta desde la ciudad matancera de Cárdenas una evidencia dolorosa del Hospital Municipal de esa ciudad, que dio a conocer la televisora local Tele Bandera, luego de las reiteradas quejas de la población.
El remitente narra que el ascensor de ese centro asistencial lleva meses roto. Embarazadas, personas con discapacidades, recién operados y personas de la tercera edad se ven compelidos a hacer uso de las escaleras que, por cierto, están en pésimas condiciones.
En el reportaje periodístico de Tele Bandera —cuenta él—, se mostraban imágenes y entrevistas a los propios trabajadores del hospital y a ciudadanos de Cárdenas, que censuraban tal situación como algo inconcebible.
Lo peor de todo —afirma Carlos— es que los elevadores nuevos fueron adquiridos por el país con sumo sacrificio, «pero se encuentran desde hace meses a la intemperie, bajo el sol y la lluvia, porque no hay presupuesto para ser instalados».
Carlos Rodríguez espera una respuesta diáfana y sin justificaciones en su casa, allá en Coronel Verdugo No. 369, entre Sáez y Pinney, en la Ciudad Bandera. Y toda Cárdenas merece una elucidación rigurosa de tan lamentable situación.