Acuse de recibo
Alejandro Javier Viqueira (Zapote 273, apartamento 12, entre Serrano y Dureges, Santos Suárez, La Habana), no entiende por qué la sede universitaria del municipio capitalino de Diez de Octubre, donde él cursa la Licenciatura en Derecho, le niega una certificación de notas de las asignaturas que ya ha aprobado.
Relata el remitente que, por un asunto personal, para una gestión interna en el país, necesita la certificación de esas asignaturas aprobadas, que son aproximadamente diez. Y por ello se presentó en la Secretaría de la sede universitaria, donde le explicaron que solo se expide dicha certificación al concluir la carrera. Y le sugirieron que se dirigiera a la Universidad de La Habana.
Fue al archivo de la casa de altos estudios, y la respuesta fue que no se aceptan solicitudes a título personal, si no a través de una carta solicitada por el director de la empresa o entidad donde él labora, con firma y cuño, además del motivo de la petición.
Alejandro no concibe tal tratamiento, teniendo en cuenta que fue él quien estudió y «se quemó las pestañas» para vencer esas asignaturas. «Son mis notas; ¿por qué no las puedo obtener?»
Sería saludable que, si esta es una medida tomada por el Ministerio de Educación Superior, este explicara y fundamentara la misma; porque lo más fácil y cómodo es decir no, no se puede, sin tener en cuenta el sentido de pertenencia que tiene un estudiante con las asignaturas y los conocimientos vencidos.
Así como en la historia anterior, Héctor Ochoa Pérez (calle 27 de Abril No. 10, La Prueba, Santiago de Cuba) necesita saber la razón de una medida que considera unilateral, y le está afectando como trabajador. Porque las cosas no se pueden reducir a no puede ser, esto es así, y ya. Somos seres pensantes…
Cuenta Héctor que es paramédico del sistema de ambulancias del hospital de Songo, en el municipio santiaguero de Songo La Maya. Y como tal, a él y a sus colegas se les ha rebajado el salario nada más y nada menos que en 72 pesos, casi el 20 por ciento del mismo.
Héctor se dirigió a Recursos Humanos de su centro, y le dijeron que esa medida «bajó de la provincia». Entonces él solicitó que le mostraran la resolución que la avala, y le respondieron que no la tenían.
Meses después, conversando con un colega paramédico de la base del SIUM en Santiago de Cuba, este le contó que allí ellos se mantienen con el salario que tenían y no han sufrido rebajas.
Confundido y desinformado, Héctor aspira a un tratamiento más razonable. Cualquier movimiento que afecte el salario de un trabajador, si se justificara, debe ser abordado con suma delicadeza, explicación y sensibilidad y no por ucase, previa consulta con el Sindicato y con el colectivo de afectados.
El paramédico considera que merece «una respuesta ante una injusticia; porque los paramédicos de Santiago hacen el mismo trabajo que nosotros».
Hace unos días, (Coliseo 214, apartamento 4, reparto Callejas, Arroyo Naranjo, La Habana) retornó a su casa con su esposa bajo el dulce efecto reparador de la amabilidad y la exquisitez, tan escondidos muchas veces en el diario que a diario.
Primero, en el departamento de Peletería de la tienda El Dominó, en el Bulevar de San Rafael, descubrieron al dependiente Clemente Zenea, con más de 30 años de servicio en dicha unidad, y un raro muestrario de elevada sensibilidad humana, educación y profesionalidad.
Después, en la cafetería particular El Cocodrilo, en Víbora Park, se toparon con Odalis, una mujer con un servicio eficiente, tanto en la elaboración y presentación de los alimentos, como en sus atenciones y delicadezas, en un ambiente muy agradable y estético.
«¡Qué satisfacción cuando hay tanta amabilidad, sea estatal o privada! Uno siente elevarse la autoestima, y pasa el día con un estado de ánimo superior», concluye Félix.