Acuse de recibo
Ojo: la laguna donde hace más de 20 años se filmara la serie televisiva Shiralad, en el lomerío de Guanabacoa, adyacente a la carretera Monumental, se ha convertido en un desmesurado basurero de las empresas circundantes, denuncia el lector Jorge Alomá Morgadanes, vecino de Mayía Rodríguez 226, altos, entre Johnson y Milagros, en el barrio habanero de Santos Suárez.
Cuenta Jorge que en un principio allí había una cantera de explotación de piedra que fue abandonada, porque en su dinamitación se perforó la capa de rocas que cubría el manto freático. Y ello provocó la inundación del área. Con el tiempo, alrededor de la «laguna» floreció un tupido bosque tropical, y se conformó un espectacular paisaje. Los moradores cercanos admiraban el sitio, y hacían acampadas allí para disfrutar de su belleza y relajarse en las limpias aguas.
Pero hace más de un año, las empresas cercanas comenzaron a verter sus desechos, y han contaminado tan singular paraje, con la proliferación de focos de infección, vectores y bacterias, que son un peligro para los visitantes y para los moradores de las viviendas cercanas.
En las otrora limpias aguas conviven viejos neumáticos, baterías de vehículos con aguas estancadas en sus celdas, latas, pomos y todo tipo de desechos sólidos. Hasta un enorme montículo de tubos de jamonada y embutidos en total descomposición observó el remitente en cierta ocasión.
Jorge, un empedernido ecologista y amante de aquellas soledades, solicita que se realice un trabajo de saneamiento para recuperar sitio natural tan hermoso, y poder determinar los consuetudinarios contaminantes del mismo y aplicarles severas medidas.
René Valenzuela (Lacret 265, entre Juan Bruno Zayas y Concejal Vega, Santos Suárez, La Habana) cuenta que en sus caminatas por las tardes, tropieza siempre con una desbordada emanación de disgustos… o más bien de agua.
Y la paradoja es que el salidero lleva meses derrochando el vital líquido… muy cerca de la sede de Aguas de La Habana. En casa del herrero, cuchillo de palo, señala el lector.
Porque hay que tener los ojos bien abiertos para contemplar también lo bueno y hermoso de esta vida; por eso Bárbara Riol Castañeda (Luz y Caballero 1G, entre Concha y Carlos Rojas, Colón, Matanzas) quiere felicitar aquí la eficiente y fina labor de los trabajadores de la tienda mixta en divisas La Reina, en el bulevar de esa localidad.
«Ese colectivo se mantiene desde hace muchos años con un trato catalogado de excelente. Da gusto visitar esa tienda, todo está muy bien distribuido y ordenado», destaca Bárbara.
La Reina podría darles lecciones a muchos altaneros desamorados que, tras los mostradores de hermosas y refrigeradas tiendas, ignoran todos los días las más elementales normas de educación y de cordialidad hacia los clientes.
Este domingo necesitamos un poco más de aliento para seguir adelante; y por eso reseño el eterno agradecimiento al hospital Luis Díaz Soto (Naval) por parte de Bienvenido Garcés, vecino del Edificio 303, apto. 8, en la Ciudad Camilo Cienfuegos (La Habana del Este) en la capital.
Bienvenido ingresó a su esposa allí en estado grave por una dolencia del intestino delgado. La paciente sufrió varias intervenciones quirúrgicas muy delicadas, que la mantuvieron más de 20 días en terapia intensiva.
Con los ingentes esfuerzos de médicos de excelencia: los doctores Joel Rodríguez, Andrés Quiñones, Marta García, Ana María Cabrera, y la médica del consultorio y del policlínico Yakelín Díaz; aun así la esposa de Bienvenido falleció. Pero él, en su dolor, no puede olvidar todo lo que se hizo por salvarla.
«Quiero destacar la sabia dirección del coronel y doctor Eusebio Raúl Castillo, que mantiene una atención de excelencia en ese hospital, del cual Cuba debe sentirse orgullosa. Agradezco también al personal de Enfermería y servicios de la Sala de Terapia Intensiva, el cual hace lo imposible por salvar la vida de tantos cubanos», concluye Bienvenido.