Acuse de recibo
Aunque los vecinos lo habían alertado muchas veces, el sábado 15 de octubre de 2011, a las 6:15 p.m. ocurrió lo que todos veían venir. A la edificación sita en la esquina de 26 y 27 en el capitalino Vedado, Plaza de la Revolución, se le derrumbó un pedazo.
El inmueble, que había pertenecido años atrás a la Dirección Provincial de Materia Prima, no se utilizaba ya con ese fin; y en reiteradas ocasiones los habitantes aledaños habían llamado a la referida entidad para informar del deterioro. La historia viene en la misiva que firman Zulema Ferro Terra (Avenida 26, No. 411, e/ 25 y 27, Vedado) y otros 52 vecinos.
Después del derrumbe, el lunes 17, los afectados de la zona llamaron a la Dirección Provincial de Materia Prima y solo lograron que les ratificaran lo ya sabido: el desplome era una pena. También contactaron con la oficina de Atención a la Población del Poder Popular Municipal; allí al parecer tomaron nota y respondieron que ese local no pertenecía al gobierno del municipio, evoca Zulema.
Dadas las características del lugar, las personas inescrupulosas aprovecharon la caída para comenzar a «canibalearlo», detalla la remitente. Se llevaron «hasta los azulejos de una carnicería colindante que, por supuesto, fue evacuada el propio día 17. Queda por retirar un kiosco de TRD Caribe que está cerrado, pero el contenedor permanece ahí», precisa.
Después de plantear el problema varias veces en reuniones de diversa índole, de subir y bajar con él los niveles correspondientes, el día 16 de julio de 2012 una de las vecinas lo comunicó a la Dirección Municipal de Salud, donde tomaron diligentemente cuenta del asunto, pero también pidieron a los habitantes aledaños lo informaran a la instancia municipal de Higiene y Epidemiología. En esta última entidad los afectados contactaron con la persona responsable de Vectores. Igualmente se dio la información a la Secretaría del Consejo de la Administración Municipal.
El 1ro. de agosto —continúa Zulema— el director del policlínico de 15 y 18 visitó a la compañera que había contactado a las instancias de Salud, y le informó que se ejecutarían acciones con la empresa Secons, que se limpiaría e higienizaría el local. A partir de ese día —se duele la capitalina— se ha contactado semanalmente con cada entidad mencionada y ya casi no desean hablar con los vecinos de tan persistentes que han sido.
«Hoy, los transeúntes y vecinos inescrupulosos, cercanos o no, han cooperado con que la situación sea caótica, afirma la lectora; «la cantidad de escombros, desechos, vectores de todos tamaños y especies, el terrible mal olor que emana de la pudrición —porque según un osado vecino de la calle 27, que al parecer entró, existe dentro una fosa vertiendo…», describe la lectora.
En tres o cuatro ocasiones, añade, han llegado cuatro camiones de volteo con un cargador frontal, se llevan solamente un poco del escombro vertido por la calle 27 y el resto permanece en el sitio.
«Conocemos que existe un mecanismo burocrático para demoler, pero los derrumbes no están planificados», opina Zulema, y agrega que ya a los vecinos, cansados de las gestiones, lo único que les interesa es que al menos se limpie el lugar; aunque el destino final del inmueble caiga en terreno ignoto.
Sería bueno conocer cuándo se podrá demoler e higienizar este pedazo de la más concurrida zona capitalina ¿Cuántos proyectos podrían emprenderse en tan privilegiado espacio? Si el local no pertenece al Gobierno municipal, como les explicaron a los vecinos, ¿acaso esta entidad no puede, ante la inoperancia de otras, tomar cartas en el asunto? ¿Seguirá picando esta «bola» en terreno de nadie y con daños para muchos?