Acuse de recibo
Una lección que dejan las transformaciones de nuestra economía es que hay que mirar con enfoque integral. Resulta loable que se reanimen determinadas esferas productivas, pero hay que hacerlo empleando bien los recursos y cortando el camino a la chapucería, so riesgo de crearles problemas a los clientes.
Ese es el eje de la misiva de Gina Carrasco Aprea (calle Agramonte Final, edificio 1, apto. 4, Cruces, Cienfuegos), quien razona que la economía del país va sanando gracias a la aplicación de diversas medidas, entre las cuales ha figurado la elevación del precio en muchos artículos. En todos los casos, empero, ¿se incrementó la calidad?
«Me dirigí hace unos días a la tienda donde se venden los productos dedicados a la construcción y/o mantenimiento de las viviendas —refiere Gina—, cuyos precios no son subsidiados.
«Me asombré de cuánto tuve que pagar por un tanque del mueble sanitario que descarga a la pared. Fueron 750 pesos y no traía herraje; además, tuve que buscar entre decenas de tapas de esos tanques alguna que no estuviera dañada, porque estos juegos de baños viajan sin protección».
Gina debió adquirir el herraje aparte (pagó otros 200 pesos) y tuvo serias dificultades pues el fondo del tanque no estaba parejo y el agua se filtraba. ¿Consecuencia? Otros gastos buscando algún material que sellara ese salidero.
«A todas estas, veo que la tasa que acompaña a este tanque valía 550 pesos. ¿Cómo es posible que una tasa valga 200 pesos menos que el tanque?», pregunta Gina.
Otro aspecto preocupante es que tampoco se le dio vale tras efectuar la compra. Y parece una nimiedad, pero ese documento respalda la garantía del producto.
¿Qué entidad estará tras la fabricación de los muebles sanitarios que Gina vio? ¿No funciona allí el control de calidad? Pero más allá de los sinsabores que deja lo expuesto, inquietan otros matices. ¿Por qué la tienda aceptó estos productos? ¿Por qué no alertar a quien compra de su mala terminación? Y si alguien insiste en adquirirlos, ¿por qué no expedir el vale y dar vía a una reclamación?
Desde Máximo Gómez No. 128, entre Frank País y Tirso Martín, en la ciudad de Sancti Spíritus, denuncia Daysi Pérez que a mediados de abril pasado se desató un potente salidero en esa cuadra, que rompió el pavimento. Todo parece indicar que es de la tubería maestra, asegura, pues la vecindad frente al mismo permanece sin entrada de agua.
La delegada de la circunscripción ha hecho gestiones en Acueducto y Alcantarillado, y le responden que no hay retroexcavadora para romper el pavimento. Precisa Daysi que en la cuadra de Luz y Caballero, entre Frank País y Tirso Martín, el 14 de agosto, Día del Trabajador Hidráulico, estuvo recientemente una retro trabajando en una acometida.
«Pensábamos que tras concluir ese trabajo, vendrían a solucionar el problema nuestro». Pero no ha sido así, apunta la lectora, y añade que trabajar en la solución de este salidero es muy importante, por su magnitud y «la eficiencia energética de la Empresa de Acueducto. Es petróleo lo que se está botando».
Mientras, nadie de Acueducto se da una vueltecita por allí. Afirma Daysi que el 5 de septiembre visitó al Subdelegado de Recursos Hidráulicos, cuya oficina radica a cinco cuadras del salidero descomunal. Fue atendida estupendamente pero, a pesar de quedarse con su dirección y teléfono, no le ha dado respuesta.
Daysi se pregunta si la energía con que Acueducto y Recursos Hidráulicos le exige a un ciudadano para que selle salideros en su casa, no se contradice con la lentitud con que han atendido un caso de esta naturaleza, donde se bota el agua indiscriminadamente en una arteria principal de la ciudad.
Luis Caballero lo denuncia en nombre de los vecinos del edificio No. 412 de Industria, entre San Martín y San Rafael, en Centro Habana, frente al antiguo teatro Campoamor.
Cuenta que el inmueble fue sometido a rehabilitación, a un costo de 54 mil pesos, que deben pagar los vecinos de conjunto, junto al Gobierno.
La obra fue ejecutada por la Unidad de Reparaciones de Edificios Altos de Secons, entre julio y septiembre de 2011. Pero la brigada se retiró sin concluir totalmente el trabajo: quedó pendiente el techado de la caseta de acceso a la azotea, la impermeabilización de la misma y un bajante que afecta a tres viviendas.
Asegura Luis que han discutido en tres ocasiones con la Directora del establecimiento que debe concluir la obra, pues el edificio comienza a deteriorarse. Las paredes de la caseta están sueltas, y cuando llueve, el agua corre escaleras abajo. Las puertas de los apartamentos se hinchan de humedad. «Lo triste es que se está perdiendo el trabajo ya hecho», concluye.