Acuse de recibo
Irina Almeida Hernández —avenida 17 No. 3405, apto. 30, entre 34 y 36, Playa, La Habana— es una informática graduada hace dos años y que labora en un centro del Ministerio de Salud Pública. Es una joven promedio, que percibe un salario en pesos y ve limitadas sus posibilidades de acceder a centros nocturnos y discotecas de la capital.
La remitente no habla solo desde su perspectiva, sino desde la de muchos profesionales que cumplen con sus deberes para con la sociedad, trabajan y se esfuerzan, y observan que el acceso a esos centros recreativos es cada vez más costoso.
Significa Irina que en la mayoría de ellos solamente la entrada cuesta cinco CUC, y en dependencia de la agrupación musical que esté amenizando, el costo puede llegar hasta diez CUC.
«No comprendo cómo las entradas tienen estos precios, sabiendo que la mayoría de los jóvenes no cobramos en divisa y el salario promedio no es suficiente para costear la entrada a esos lugares.
«Por ejemplo, en la Casa de la Música de Galiano los sábados cuesta diez CUC la entrada; en Don Cangrejo, en Playa, son diez CUC los jueves y algunos sábados y el resto de los días cinco CUC. En el Río Club Johnny, La Cecilia, entre otras instalaciones, sucede algo similar», precisa la lectora.
La inquietud de Irina mueve a pensar si pueden fomentarse otras opciones de este tipo con precios de acceso más asequibles, a la usanza de numerosos centros nocturnos que ya funcionan por ahí y permiten bailar, disfrutar de música de calidad, compartir... La demanda de espacios como estos crece particularmente durante el período vacacional, cuando los estudiantes y muchos jóvenes trabajadores descansan. Un país que tanto hace por ellos debe mirar constantemente en esta dirección.
Vladimir Ruiz Escobar escribe desde el Edificio 1, apto. 10-A, en el batey Francisco Pérez, de Remedios, en Villa Clara. Y lo hace para alertar del acelerado «canibalismo» de que es objeto el estadio de béisbol de esa histórica localidad.
El centro deportivo —cuenta el lector— fue remozado apenas hace dos años. Se resanó la cerca con tramos de malla, se techaron y repararon los dogouts y las gradas, y se pintó parte de la instalación.
Y actualmente, gran parte de esos recursos invertidos son hurtados día a día, sin que nada suceda, sobre todo tramos de cerca, bloques y otros elementos constructivos.
Tal situación, afirma Vladimir, sí le preocupa a los numerosos jóvenes que practican deportes allí, a las escuelas que hacen sus programas de educación física en el estadio, y al círculo de abuelos que desarrolla sus ejercicios en esas áreas.
«Hoy el blanco de estas ilegalidades es el estadio local. Mañana pudieran ser el consultorio del médico de la familia o la escuela primaria. De ahí la importancia de cortar de raíz y a tiempo este mal, y que se le dé la importancia y el tratamiento adecuados por las autoridades competentes», concluye Vladimir.
Carmen López (Carlos Manuel de Céspedes No. 2A, entre Circuito Norte y Amado Fernández, Esmeralda, Camagüey) denuncia lo que considera un atropello por parte de los trabajadores de Zoonosis provincial.
Precisa que el pasado 17 de julio su hijo se percató de que el perro de la familia, amarrado en el patio, había escapado. Salió a buscarlo por las calles, y presenció de lejos cómo frente a la Terminal de Ómnibus el carro de Zoonosis capturaba al animalito.
Ese mismo día, Carmen se presentó en la Unidad Municipal de Higiene y Epidemiología, y solicitó a la directora de la misma rescatar el perro. Pero esta le comunicó que los animales recogidos esa mañana habían sido sacrificados ya, porque el Centro de Observaciones no reúne las condiciones estructurales requeridas.
Carmen conoce que los perros callejeros son vectores de enfermedades, pero ese no era el caso del suyo y de otros canes que también sufrieron igual sacrificio.
«Si la acción era de necesidad inminente, ¿por qué no se tomaron las medidas pertinentes para ejecutarla correctamente? En caso de no tener condiciones creadas, ¿por qué no se buscaron soluciones temporales?»·, cuestiona Carmen, y llora a su perrito.
A nuestro país le urge una ley de protección de los animales. Hay que cuidar la salud e higiene ambientales, pero no a costa de sacrificar ni abandonar a los perros y otros animales. Quien no respeta a la Madre Naturaleza, no puede respetar a su suprema creación: el ser humano.