Acuse de recibo
Los pacientes controlados, que dependen de un medicamento permanente mediante el llamado «tarjetón» en la farmacia, tienen derecho a conocer las razones de la falta del mismo; mucho más cuando este se produce en el país y no hay que importarlo.
Julia Rodríguez Pérez (Edificio SP 15, apto 43, Micro X, Alamar, La Habana) manifiesta que hace años, por padecer de vitiligo, hace uso de la melagenina. No se ha curado del padecimiento, pero sí lo ha controlado.
Desde el pasado año se ha complicado el abastecimiento del mismo. Luego de faltar desde mediados de 2011, en diciembre de ese año ella comenzó a adquirirlo en la farmacia de la Zona 6 de Alamar, pues no entra a la de Micro X, donde ella está registrada.
Por ello, cuando la localizan la envían a la farmacia de la Zona 6, y si la hay se la venden. Pero el problema es que el médico le recetó tres frascos de melagenina mensualmente. Y ello implica, para una señora de 65 años, tener que ir tres veces a su farmacia, y otras tres a la de la Zona 6 para poderlo adquirir, pues en la Zona 6 no le venden los tres frascos de una sola vez.
Julia pregunta por qué hay tanta dificultad con un medicamento que se elabora en el país, si sus principales componentes son alcohol y placenta humana. El «tener la desgracia de padecer la enfermedad y a la vez sufrir mensualmente el estrés de si llega o no la melagenina», le hace preguntar:
«¿Hay dificultades con la producción del medicamento? ¿Por qué no la envían a la farmacia donde me corresponde comprarla, como se hace con los otros medicamentos controlados por tarjeta y como se hacía años atrás? Si me la localizan en la Zona 6, ¿por qué tengo que ir tres veces en el mes, si es más fácil darme lo que me corresponde de una sola vez?».
Raciel Calderón Sánchez (Edificio 47, apto. 4, reparto Rolo Monterrey, Moa, Holguín) es un paciente glaucomatoso con hipertensión ocular, y tiene gran preocupación con la falta de medicamentos (gotas para los ojos fundamentalmente) que requiere esa enfermedad, para evitar quedarse ciego por alta presión ocular.
Refiere Raciel que las gotas que usa diariamente (Timolol) son medicamentos controlados con tarjetón. O sea, se conoce a nivel de país la demanda de los mismos. Por ello, él no comprende cómo pueden estar en falta, conociéndose de antemano la cantidad que se necesita por cada paciente controlado.
«¿Qué me hago ahora?», pregunta el remitente.
Tanto en este caso, como en el anterior, el Ministerio de Salud Pública debía mantener una información sistemática a los consumidores de medicamentos controlados, acerca de la situación que está incidiendo en su oferta.
Desde el batey Finca Santa Rita, en el municipio mayabequense de Batabanó, escribe pleno de agradecimiento Osvaldo Regueiro López.
Refiere el remitente que su hija y su sobrino obtuvieron plazas para las carreras universitarias a las cuales aspiraban, gracias a los profesores de la Facultad Obrero Campesina Tony Santiago, de ese municipio.
Cuenta él que los docentes Idalmis Benítez, de Matemática; Mariela Soto, de Historia; y Juan Silva Ochandía, de Español y Literatura, se entregaron en cuerpo y alma a sus alumnos, para que fueran bien preparados a los exámenes de ingreso.
Repasaban voluntariamente a los aspirantes, sin ningún interés, hasta los sábados y domingos, manifiesta.
«Para esos tres grandes de la educación revolucionaria, y vanguardias de siempre, apunta, las felicitaciones, al igual que para la directora de la Facultad, Odalis Pedroso Paret, y al metodólogo Bernardo, por su apoyo incondicional a esos tres profesores».