Acuse de recibo
La lectora Yaniela Torres se quejaba aquí el pasado 21 de marzo de que, después de recorrer 60 kilómetros en un ómnibus con su hijo de un año y cinco meses, desde su localidad, Mella, no los había atendido correctamente un médico inmunólogo del Policlínico de Especialidades Infantil Norte, de la ciudad de Santiago de Cuba.
La madre mostraba su disgusto porque el doctor no respondió a su saludo cuando ella entró a la consulta. Lo otro que le molestó fue que el médico se separó alarmado cuando su hijo tosió, como si huyera de un posible contagio.
También censuraba que el facultativo, mientras hojeaba la historia clínica del pequeño, le espetara: «Si no le quedan hojas en blanco, ¿para qué la trajiste?». Y el cuarto elemento fue que, al final, le extendió un papel para que lo entregara en su policlínico, sin darle detalles ni explicarle nada.
«Me alentaría al menos una respuesta para creer que seré yo la última maltratada de ese modo», afirmaba entonces Yaniela.
Al respecto, responde el doctor Jorge Alberto Miranda Quintana, director de Salud en la provincia de Santiago de Cuba, que investigó el suceso para esclarecerlo: se revisó la historia clínica del menor y la hoja de cargo del día de la referida consulta.
Se pudo comprobar que el médico atendió al paciente, lo registró en la hoja de cargo y le realizó el examen físico. En entrevista con Yaniela, esta refirió que no fue maltratada por el galeno, sino que existió poca comunicación por parte del doctor pues, aun cuando lo consultó, no le explicó a la madre la conducta a seguir con su hijo.
Durante el proceso investigativo se entrevistó a 12 madres que tienen sus hijos con seguimiento por el especialista, así como a directivos del policlínico. Y no pudo comprobarse evidencia alguna de maltrato, ni llamados de atención al doctor por esa causa.
Subraya el Director provincial que «a pesar de lo constatado, consideramos la queja Con razón en parte, toda vez que no existió una adecuada comunicación médico-paciente, por lo cual se amonestó públicamente a dicho profesional».
Y concluye señalando que la promovente agradeció la atención recibida al respecto.
Quizá el galeno sea un excelente profesional, quizá tuvo un día malo como cualquiera otra persona. Lo cierto es que la historia nos alerta de cómo los procesos de comunicación deciden mucho en la atención médica.
Allá en Mantua No. 195 altos, entre Lourdes y Alegría, en el reparto habanero Víbora Park, Arroyo Naranjo, Héctor R. Suástegui es uno de esos fieles seguidores de los periódicos. Y se duele de que los mismos lleguen con bastante atraso a sus urgidos lectores, en una era en que ya los medios audiovisuales tienen la primacía de la inmediatez.
Refiere Héctor que, de acuerdo con la experiencia de su barrio, los suscriptores de la prensa dominical la vienen a recibir el lunes siguiente, aun cuando se vende en los estanquillos el propio domingo.
Él no comprende por qué los suscriptores no pagan por el servicio domiciliario que le prestan los carteros.
De acuerdo con sus pesquisas, los distribuidores a domicilio plantean que su horario de trabajo es de 7:00 a.m. a 4:00 p.m., «por lo que, si uno recibe la prensa a las 3:59 p.m., la entrega se hizo a tiempo y uno no puede reclamar nada».
No obstante, felicita el hecho de que en la zona alta de Víbora Park cuenten hoy con un magnífico cartero, muy responsable en su trabajo. Pero viendo más allá de su pedacito, concluye preguntando cuándo se resolverán esos problemas. Los organismos responsables tienen la palabra.