Acuse de recibo
Obras son amores. Los hechos hablan, aunque las palabras quieran sustituirlos y adornar. ¿Cómo puede entenderse que una entidad realice un trabajo y deje, durante seis meses, un objetivo trunco que, por demás, constituye un peligro?
El pasado 29 de enero, Roberto Rodríguez, vecino de Carretera Central Este No. 806, reparto La Mosca, de la ciudad de Camagüey, contaba que en julio de 2011, como parte de la revolución energética, la Empresa Eléctrica cambió líneas, transformadores y postes en mal estado, para beneplácito popular. Pero dejó un poste en mal estado, amenazando con caer encima de la casa de Roberto. Y ni siquiera pasó el tendido hacia el poste nuevo. Quienes asumieron las labores, prometieron volver y concluir en una semana. Todavía los esperaban cuando Roberto me escribió.
Responde hoy Emidelio Isada Guillén, director general de la Empresa Eléctrica Camagüey, que no se completó el traspaso de los cables del poste viejo al nuevo «por deficiencias de los especialistas y jefes que tenían la responsabilidad de controlar y fiscalizar la calidad del trabajo».
Precisa que en la propia semana de publicada la denuncia, se solucionó el caso. Y agrega que «fue aplicada la correspondiente medida disciplinaria al responsable del hecho ocurrido en la persona del jefe de Operaciones de la UEB (unidad empresarial de base) municipal Camagüey».
El Director general de la empresa manifiesta que «sin que constituya justificación ante lo sucedido, aprovechamos la oportunidad para informarle que desde el inicio de la revolución energética, han sido ejecutadas un total de 47 624 acciones de mejoras en las redes eléctricas de la provincia, entre ellas la sustitución de 10 457 postes en mal estado en circuitos primarios y secundarios, sin que haya ocurrido otro caso como el que nos ocupa. No obstante, aunque haya sido solo uno, aceptamos la total responsabilidad administrativa que nos asiste».
Y reconoce que «no era necesario haber llegado hasta allí, para que nuestra organización diera solución a la situación presentada».
Agradezco la respuesta y la solución del caso. Lo más triste es que, con todo el trabajo realizado, se falle así en un caso y no haya habido exigencia y fiscalización superiores en seis meses. Eso es lo que queda hoy.
Uno tiene derecho a hacer ciertas incómodas preguntas: ¿Cuánto hubiera demorado la solución de no publicarse la denuncia? ¿Por qué cuesta tanto trabajo en esta sección obtener cuál fue la «correspondiente medida disciplinaria»?
Beatriz Díaz, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y residente en calle K No.21, apto. 7, Vedado, La Habana, es, al igual que este redactor, una incondicional oyente de las sublimes entregas de CMBF, Radio Musical Nacional.
Y como tal, ella escribe para agradecer al colectivo de profesionales de esa radioemisora lo mucho que hace por enriquecer el espíritu de sus no pocos oyentes, en medio de tantos fuegos cruzados de vulgaridad y baratijas sonoras, y en medio de tantas asperezas. «Hacen nuestra vida más bella», sintetiza.
Lo insólito que elevó su admiración fue lo que ella considera «un hecho extraordinario»: el pasado sábado 3 de marzo, en el programa El piano, a las cuatro de la tarde, esa estación transmitió una grabación histórica: el Concierto No. 2 de Serguei Rachmaninov, interpretado al piano por el propio autor, con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, dirigida por Leopoldo Stokowski.
La grabación original de 1929, restaurada y perfeccionada con las tecnologías contemporáneas, «fue un regalo extraordinario y muy emocionante, que pone a nuestro alcance algo tan bello», concluye Beatriz, agradecida de ese complot arqueológico de CMBF con la sublime digitación del gran compositor y pianista ruso, bajo la batuta del genial director de orquesta inglés. Prodigios de la música, reconstituyentes del alma.