Acuse de recibo
«Recondenados faltantes» los llamé el 11 de mayo pasado, al comentar la denuncia de Rosa María Márquez, del poblado Bizarrón, en el municipio mayabequense de Güines. Ella contaba que, en su bodega, en varias ocasiones el pollo que venden normadamente por la cuota del pescado se acaba y quedan consumidores sin adquirirlo.
Refería que al preguntarle al administrador de la bodega, este le dijo que «siempre va a ser deficitario, pues entra con faltante». Y la lectora insistía en que eso también sucedía con otros productos como los frijoles.
No obstante, Rosa María fue a las oficinas de Comercio en el territorio y le reiteraron lo mismo. Pudo ver listados de bodegas y carnicerías marcados por el síndrome del «faltante» en el municipio de Güines: en febrero y diciembre de 2010 el pollo «ausente» afectó a 2 889 consumidores, y en enero y febrero de 2011 a 2 939.
«Eso lo plantean los electores en las asambleas de rendición de cuentas y lo conocen las autoridades del territorio. Da vergüenza ajena contarlo. Ya lo dije un día: hay faltante de otras cosas», concluía este redactor.
Aunque fechada el 21 de julio, llegó el pasado 4 de agosto a esta redacción la respuesta de Edilberto Lugo, director estatal de Comercio en la provincia de Mayabeque. El funcionario afirma que en el país se decidió sustituir por pollo, a seis onzas por persona, el pescado que se vendía normadamente, como consecuencia de que el alimento marino ha elevado considerablemente sus precios en el mercado internacional.
Pero en el caso de este sucedáneo con alas, la merma considerada para su comercialización se fijó en el dos por ciento, mientras que al pollo normado tradicional que se distribuye se le considera un cinco por ciento. «Es fácilmente apreciable que la diferencia de tres por ciento no es posible recuperarla en cada envío», sostiene el director.
Afirma Edilberto que esa dirección realiza todos los trámites posibles para dar solución a ese tema y reponer el faltante. Y que se han realizado estudios sobre el asunto, con despacho de cifras con los proveedores, análisis de la distribución con representantes del MINAL en la provincia, inspecciones sorpresivas a los despachos, intercambios con los carniceros y encuestas a la población, entre otras acciones.
«No satisfechos con lo hasta ahora resuelto, enfatiza, estamos en disposición de aplicar otras variantes que nos permitan eliminar los “recondenados faltantes”, y brindar a la población la información y la solución a cada aspecto que dañe su bienestar». Y agrega que la demandante fue visitada e impuesta de todo lo aquí señalado.
Agradezco la respuesta, pero quedan algunas dudas: si, como afirma el director, la cifra de merma impuesta al pollo por pescado, está gravitando en el «recondenado faltante», entonces uno se pregunta por qué no se le aplica igualmente el cinco por ciento.
Lo otro es que el director afirma, en la carta fechada el 21 de julio y enviada por correo electrónico a JR el 4 de agosto, que esa entidad «está realizando todos los trámites posibles para dar solución a este tema» y reponer lo demandado.
De ello uno colige que aún en esa fecha no se había resuelto lo principal: garantizarles lo que se denunciara aquí el 11 de mayo, el pollo que les corresponde a tantas personas. Por muchas explicaciones que se den acerca de los pasos seguidos, esa es la «verdad verdadera», «el pollo del arroz con pollo».
Siguen las dudas. Puede que, como le sucede a este redactor, otros lectores perciban «faltantes» de argumentos y razones acerca de un tema de elevada sensibilidad popular, mientras la libreta de productos normados perviva entre los cubanos. ¿Es la cifra diferenciada de la merma solamente, o hay otras causas ocultas de los «ausentes», para decirlo de otra manera? ¿Por qué demora tanto hacerles justicia a los consumidores en un alimento que el Estado aún subsidia para ellos, con muchos sacrificios financieros?