Acuse de recibo
El pasado 12 de junio Milagros Abreu lanzó aquí un S.O.S. en nombre de los vecinos de Avenida 81, entre 240 y Autopista, en el municipio habanero de La Lisa, quienes conviven a solo unos metros de un grupo electrógeno activo, con 16 motores.
Ella refería que esa instalación fue concebida para generar electricidad en situaciones de emergencia, como huracanes u otras contingencias. Pero hoy, conectada a la Red Nacional, opera diariamente desde las 6:00 a.m. hasta las 10:00 p.m., con el desmesurado ruido, vibraciones y otros impactos ambientales que provoca.
Precisaba las gestiones de los vecinos con el Gobierno municipal e Higiene y Epidemiología. De esta última, asegura que fue a realizar mediciones de ruido, y aún no se ve la solución. Prometieron levantar una pared, pero su construcción demoraría un año y aún no se había concluido.
Agregaba que el Gobierno municipal propuso la parada del grupo electrógeno, hasta encontrar una solución. Pero no se logró detenerlo; la solución del problema está al nivel del Ministerio de la Industria Básica (MINBAS). Por eso los vecinos solicitaban, por medio de Milagros, que quienes instalaron allí el grupo electrógeno fueran a reunirse con ellos, para buscar una solución definitiva.
El MINBAS no se ha pronunciado al respecto, pero sí respondió la doctora Nelly Fernández, vicedirectora general de Salud de La Habana, quien informa que el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM) está realizando un estudio de contaminación en áreas del emplazamiento; y también se hará un estudio de la calidad del aire por especialistas del Instituto de Meteorología.
«Una vez concluidos ambos estudios —precisa—, el MINBAS deberá proyectarse respecto a la conducta a seguir para el funcionamiento del mismo». Y asegura que «este conflicto se viene analizando de forma priorizada por los grupos provinciales del CITMA y el CPHEM, en reuniones mensuales con directivos del MINBAS».
Ramiro Pupo (Mario Pozo 16, reparto Aduana, Holguín) cuenta que el pasado 24 de julio a las ocho de la noche, cuando se disponía a viajar hacia La Habana en el ómnibus 1342 de la empresa ASTRO, desde la terminal interprovincial de esa ciudad, intentó infructuosamente transportar en el maletero de la guagua un colchón personal.
Los choferes le explicaron con amabilidad que, acorde con las regulaciones existentes, se considera equipaje ropa y zapatos, y otro tipo de bienes se debe transportar por ferrocarril. Se lo ratificaron el jefe de turno de la terminal holguinera, y el de la capital cuando lo contactó por teléfono.
Después Ramiro supo que si pagaba el pasaje en CUC, por Víazul, no tenía inconveniente en transportar el colchón como equipaje. «Me bloqueé tanto, que no pregunté más por temor a que me subiera la presión arterial», concluye.
Maritza Hernández (Edificio A 31, apto. 7, Zona 1, Alamar, La Habana) cuenta que el 23 de julio, un grupo de 28 miembros del grupo comunitario Proa, de Cojímar, entre ellos niños, con esmerado cariño recogió, en áreas de la playa El Cachón y el malecón de esa localidad, lo que indolentes e ignorantes de la cultura ambiental arrojan impunemente hacia el interior del mar y en el litoral.
Destaca Maritza que el grupo ecologista llenó 15 sacos de todo tipo de desperdicios y envases, en un perímetro no extenso de costa. Y enfatiza el valor de estas personas, que batallan por el rescate del patrimonio natural, histórico y cultural de Cojímar.
Maritza llama a seguir insistiendo. Ante la barbarie de otros hay que fomentar grupos como este e insistir en la educación medioambiental; pero también exigir que se tomen medidas preventivas contra los vándalos que agreden el entorno y hacen oídos sordos a los gritos y lamentos de la Madre Tierra.