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Como el perro del hortelano…

El ancestral refrán español, que inspiró una comedia del gran Lope de Vega, sugiere, con la renuencia del can del horticultor a que otros se alimenten de lo que él tampoco come, la cancerbera actitud de quien prohíbe lo que no es capaz de aprovechar.

Y cuando se trata de los alimentos para los seres humanos, es mucho más grave el problema, como lo denuncia el campesino Raúl González Hernández, desde la finca Padilla, carretera a Juan Díaz, en el municipio mayabequense de Batabanó.

Señala Raúl que, al amparo del Decreto-Ley 259, el 6 de mayo de 2009 solicitó oficialmente se le entregaran en usufructo unas tierras colindantes con las suyas, pertenecientes a la cooperativa de producción agropecuaria  Alianza Obrero-Campesina, con el argumento de que esa CPA las mantenía ociosas durante más de 15 años.

Y la Delegación Municipal de la Agricultura denegó dicha solicitud, alegando que las consabidas tierras no habían sido declaradas ociosas por la CPA, aun cuando él ha demostrado a diferentes instancias el abandono de esa área (de hecho, nos envía fotos elocuentes al respecto).

Ante esa negativa, el 22 de mayo de 2009 Raúl reclamó al Delegado de la Agricultura de la entonces provincia de La Habana, con un aval de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y de la base campesina a la cual él pertenece. Pero tal alegato fue declarado Sin Lugar, y se le ratificó la decisión de la Delegación Municipal el 9 de septiembre de 2009. Para ello, se alegaba que, si bien era cierto que las tierras estaban improductivas, ya se laboraba en un proyecto de desarrollo y estaban listas para la siembra de frijoles, además de que ya habían resuelto la situación de la turbina.

Asegura Raúl que entonces, y para ratificar la decisión anterior, a su entender no debe haber comprobado lo sucedido en las tierras de referencia, «las cuales, al momento de escribirle esta misiva, continúan llenas de marabú, y nunca en 17 años han recibido los beneficios de proyecto alguno que las ponga a producir».

En tal sentido, afirma que en mayo de 2009, a raíz de su reclamación ante la Delegación Provincial de la Agricultura, dicha CPA realizó trabajos en las tierras solicitadas: las araron, agrega, incurriendo en gastos de recursos materiales y humanos, pero no las sembraron, por lo que de estas acciones no se obtuvieron beneficios.

«Pudiera parecer que mi solicitud de esas tierras fuera capricho, pero obedece a que cuento con una extensión de alrededor de 30 besanas (nota de la edición: una besana equivale a 2 588,77 metros cuadrados), todas en producción, y cuento con medios e instrumentos agrícolas que permiten asumir la extensión que reclamo: un tractor, un arado, una yunta de bueyes, una fumigadora y una turbina situada en la cabecera de esa misma porción de tierra, con la cual puedo asumir el riego.

«Una vez más —concluye— apelo a la justeza que caracteriza a nuestra Revolución y a la necesidad que tiene nuestro país de que la tierra se ponga en función de incrementar los alimentos para el pueblo, unido al trabajo del campesino como única y verdadera fuente de riqueza».

Algunos dudaban…

Desde calle 67 No. 61, en la localidad El Venero, del municipio tunero de Manatí, Carlos Ricardo Reyes envía un mensaje de gratitud al colectivo de la Sala de Angiología del hospital Ernesto Guevara, de esa provincia.

Carlos quiere honrar especialmente al doctor José Luis Solís, quien intervino su pierna derecha en una operación muy riesgosa, pues de fracasar podría haber implicado la pérdida de ese miembro de locomoción.

La operación, señala, consistió en retirar una prótesis o bypass en la arteria femoral que se le había implantado en 2008, la cual nunca funcionó y era rechazada por su organismo. El éxito de la intervención resalta aun más cuando galenos de otras regiones del país dudaron en hacerla, y se mantenían escépticos de su feliz desenlace.

«Mi agradecimiento una vez más a ese colectivo que sabe llevar en alto el nombre del Che, con esa voluntad y amor para tratar al ser humano; al equipo médico, enfermeros, pantristas, y a la trabajadora de limpieza Concepción Briones Coll, la cual realiza su trabajo con responsabilidad y amor».

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