Acuse de recibo
Prefiero la persistencia a la paciencia, porque esta última, por lo general, lleva los brazos cruzados. Y con todo lo que debe haber esperado en sus 79 años Ciro Eladio Brito, conserva intacta esa perseverancia para volver por sus fueros a esta columna.
El 19 de noviembre de 2010, reflejé la denuncia de Ciro acerca de las molestias que ocasiona en su hogar una panadería sita en los bajos de su edificio, en calle 21-B No. 78-A-08, en el capitalino reparto Guiteras.
Entonces contaba Ciro que el horno de la panadería está ubicado debajo de uno de sus cuartos y calienta el piso de la habitación. La chimenea, a menos de un metro de la ventana de ese cuarto, y los gases de escape y el vapor, han causado rajaduras en los cristales de las ventanas. Y el grupo electrógeno situado en los bajos del edificio inunda la casa de humo tóxico y ha ennegrecido paredes.
El lector insistía en que había planteado su queja al Poder Popular municipal hacía dos meses, sin que obtuviera respuesta alguna.
El 15 de diciembre revelé aquí la respuesta de Margarita Parra, directora de la Empresa Cubana del Pan: una comisión conjunta de esa entidad y el Consejo de la Administración Municipal (CAM) visitó el hogar de Ciro, y comprobó la veracidad de lo denunciado.
Ante ello, Margarita informaba que se había solicitado el análisis de los gases y la solución al tubo de escape del grupo electrógeno; y anunciaba que se construiría una chimenea de 20 metros de altitud, para la evacuación del vapor y los gases de combustión del horno, que cumpliera con las normas técnicas y de calidad establecidas. Concluía asegurando que la Empresa Cubana del Pan hacía las gestiones pertinentes para dar solución al caso.
Entonces, entre los correos con comentarios de lectores que habitualmente llegan a nuestra redacción digital, uno decía: «No entiendo por qué toda la explicación se basa en medidas para mejorar la panadería, pero nadie habla de reparar o indemnizar la vivienda del ciudadano, que fue afectada. En este caso el comentario quedó a mitad de camino».
A los dos meses exactos de la promesa, vuelve a escribir Ciro Eladio para decir que no posee información acerca de los resultados del análisis, ni qué razones han impedido la construcción de la chimenea.
«Comprometidos a solucionar impactos», así titulé el 25 de diciembre la reseña de la respuesta de Margarita. ¿Por qué Ciro Eladio no ha recibido ninguna otra señal? Si la solución demora o depende de terceros, ¿por qué no se le ha comunicado? Hay una palabra comprometida públicamente. Y eso es muy serio.
En las circunstancias más sencillas se prueban a veces las cosas más grandes, suele afirmarse.
Desde el municipio capitalino de Habana del Este nos escribe Martángel Posada Suárez. En enero su nieta arribó a los siete años, y debió comenzar a recibir el yogur de soya que llega como producto sustituto de la leche para todo niño que cumple esa edad.
Hasta el 11 de febrero, cuando la abuela tocó a las puertas de esta columna, la familia no había podido adquirir el producto. Visitaron la Oficoda y la compañera que atendió su inquietud les planteó que, por un error, no se había dado el dato a la zona de distribución. Así, la bodega continuó recibiendo leche para la pequeña durante esos primeros días de febrero —mas como ya tenía siete años cumplidos el bodeguero no se la despachó—, y tampoco recibió yogur pues estaba registrada como consumidora en la Oficoda, pero no en la zona.
Fueron entonces a este último lugar y allí les plantearon que en el siguiente envío incluirían a la nieta, lo cual no ocurrió pues el dato no llegó a la bodega…
Hay situaciones en que escuchar a tiempo una inquietud y realizar una simple y rápida coordinación entre los responsables de un asunto público puede allanar caminos y apartar dificultades. Un niño no es responsable de lo que un adulto deje de hacer. Allá en el apartamento 42 del edificio Cuero y Calzado, en la zona 11 de Alamar, Martángel y sus familiares aguardan por el desenlace de este caso y el ofrecimiento de disculpas.