Acuse de recibo
Hay errores fatales cuando se trata del reconocimiento a un niño que descuella por sus resultados docentes. De eso me escribe María Amelia Uranga, desde el Consejo Popular Pablo de la Torriente Brau, en el municipio pinareño de Bahía Honda.
Refiere que su nieto de 11 años, Andy García, quien cursa el sexto grado en la escuela primaria Miguel Cruz López, fue ganador en el concurso municipal de Matemática, lo cual le permitió participar en el provincial. Y cuando retornó de este último, Andy estaba seguro de haber obtenido cien puntos. Pasaban los días y, con cierta intuición, el niño insistió por la nota obtenida. Los padres llamaron por teléfono, y les comunicaron que había obtenido 80 puntos. Andy solicitó que lo llevaran a ver su examen. No estaba de acuerdo con esa nota.
El 2 de abril, fueron a la Dirección Provincial de Educación. La metodóloga de Matemática les enseñó la prueba, y en el ejercicio uno aparecía calificación de cero, a pesar de que no tenía ningún error. La metodóloga no supo qué responder. La madre pidió ver la clave por la cual calificaron, y la docente le dijo que no la tenían allí en ese momento, para revisar nuevamente la prueba.
El 7 de abril la metodóloga les comunicó que el niño tenía cien puntos. Había sido un error de calificación, pero ya se había realizado el concurso nacional. A los pocos días, les informó que a Andy le iban a hacer un reconocimiento en su escuela como ganador del concurso provincial.
«Con ese reconocimiento el niño hace bien poco, apunta la abuela, porque tuvo la oportunidad de participar en el concurso nacional, y por un costosísimo error no pudo ser. Pero, incluso, el reconocimiento prometido no llega».
La abuela hizo una reclamación el 16 de abril, para que se investigue el caso y se tomen medidas con las personas que cometieron tal desliz. Para colmo, cuando me escribió aún no había recibido respuesta. Ella pide que se tomen medidas para que en el futuro no se repita ese tipo de errores.
Lo más doloroso es el desestímulo que deja en un niño, la sensación de injusticia y de ligereza que queda en él, sobre el proceder de una institución docente y formadora.
El pasado 16 de abril, la trinitaria Norma Gutiérrez refería aquí que había pagado, con inconformidad, la cuenta del servicio eléctrico que le llegó en febrero pasado. Y cuestionaba a la Empresa Eléctrica.
Todo fue que el 28 de enero, su metro contador entró en cortocircuito. Y estuvo consumiendo electricidad así, hasta que el 31 de ese mes la Empresa Eléctrica se lo cambió. En febrero, llegó una facturación de 267,40 pesos, a su entender desmedida en cuanto al promedio de gasto, pues el metro averiado trabajó varios días con problemas.
Responde Jorge Amado Cepero, director general de la Empresa Eléctrica Sancti Spíritus: La investigación al respecto, arroja que el cambio del metro contador se hizo correctamente. Y tomando la lectura del averiado al momento del retiro, se facturó la energía registrada hasta entonces, más la registrada en el nuevo. Se comprobó que el metro afectado registraba un consumo de 226 kW-h, y el nuevo, hasta la lectura, de 192: en total 418 kW-h.
Al analizar los consumos históricos de Norma, se comprobó que tenía un promedio de 208 kW-h. «Sin embargo, subraya Cepero, en inspección al domicilio se verifica que en la vivienda existe una carga instalada de 329 kW-h. La lectura que registraba su contador no se correspondía con la misma. Se detecta, y demuestra en presencia de vecinos como testigos, una infracción cometida por el cliente (fraude eléctrico), al conectar la acometida directa al interior de su vivienda, para uso de equipos de cocción instalados. Se estaba dejando de facturar energía».
A Norma, precisa, se le aplicó el Decreto Ley 260, Contravenciones personales de las regulaciones del servicio eléctrico: multa de 500 pesos y el cobro de la energía dejada de facturar en los últimos 12 meses.
Afirma el directivo que Norma reconoció su infracción, y ratificó que en todo momento recibió una correcta atención por parte de los funcionarios que la atendieron.