Acuse de recibo
Para los veteranos Adelaida J. Ortega Calvo y su esposo ya han sido bastantes las calenturas de cabeza con el cambio de su refrigerador. El 4 de febrero de 2006, entregaron un General Electric, del año 1957, en buen estado técnico, a cambio de un LG, de los asignados a núcleos de dos personas. Y comenzó la odisea.
El nuevo equipo empezó a dar señas alarmantes al no enfriar bien los alimentos, evocan los vecinos de calle 12 No. 56, entre Ave. 13 y 13A, San Antonio de Río Blanco, Jaruco, La Habana. Así, los jugos, potajes, arroz y otros se echaban a perder rápidamente.
«Me dirigí a la oficina donde radica el punto de control —refiere Adelaida. (...) Enseguida me lo cambiaron por otro LG. Pero este padecía del mismo mal que el anterior. Volví a reportarlo y me prestaron otro LG. (...) El mío lo llevaron al taller del municipio de Jaruco, le echaron gas, le cambiaron la puerta del congelador y la gaveta colectora de agua...y aparentemente me lo entregaron nuevamente bien».
Pero el mal no estaba resuelto. El artefacto volvió a «cojear» de los mismos achaques. Para que el frío llegue a las parrillas de abajo —narra la remitente— hay que mantenerlo en alto consumo. Lo que implica un gasto de electricidad superior al que tenían con el viejo aparato.
Lo reportó otra vez. El técnico vino, lo vio y hubo que llevarlo al taller municipal. El importe de esta reparación fue de 65.40 pesos, más el gasto de trasladarlo en un transporte particular. Tras este arreglo las complicaciones, increíblemente, han continuado.
«Ya no me queda en este municipio a quien molestar con mi problema, pues hasta al Poder Popular me dirigí, después de haber planteado mi situación a la directora de los trabajadores sociales y todos los que tenían que ver con el mismo», se duele la lectora.
Son dos ancianos. Ella con insuficiencia renal crónica. ¿Cuándo se les atenderá eficiente y definitivamente?
No es la primera vez que Víctor Rivero Mojena (28 de septiembre s/n. Rpto. Julio Antonio Mella, municipio de Bartolomé Masó, Granma) afronta problemas con los envíos postales a su madre y hermanas, que viven en la capital. En esta ocasión decidió lanzar públicamente su desconcierto.
El 5 de diciembre de 2009 —evoca el remitente— depositó en el correo de Bartolomé Masó cuatro bultos postales para sus familiares, que hasta el 25 de marzo último, fecha en que nos escribió, no habían entrado en el correo correspondiente del Calvario, Zona 9, Mantilla, en Arroyo Naranjo.
«Los he reclamado en reiteradas ocasiones y no he tenido una respuesta convincente al respecto. Les comunico a las destinatarias (...) y luego de hacer su reclamación en el correo del Calvario, la respuesta es que hay que esperar. (...) Nos dirigimos a Atención a la Población de la Empresa Correos de Cuba, situada en Vento y Camagüey, y nos plantean lo mismo...
«¿Hasta cuándo vamos a esperar (...) Quién responde por esto?», concluye el granmense.
A la pareja santiaguera de Antonio Cedrun Hadad y Ana María Rondón Tasé (Princesa No. 168 entre Santiago y Virgen, Santiago de Cuba) no se le olvidará jamás la atención médica recibida en el Hospital Ameijeiras desde el 3 de noviembre al 16 de diciembre del pasado año. Pero no quieren guardar solo en sus memorias el regocijo ante el buen trato...
Resulta que Antonio fue sometido a una intervención quirúrgica de gran envergadura y el proceso médico completo fue de una amabilidad y profesionalismo loables.
El paciente y su esposa desean felicitar particularmente «al Grupo que atiende la línea de cadera, integrado por los doctores Raúl Candebat, Julio Castillo, Eduardo Dalcourt, Ramón Alemán y Santiago Oco; así como al colectivo de enfermeras dirigido por la Lic. Maritza Lores; secretarias, auxiliares, pantristas y a todo el personal que directa e indirectamente labora allí y que con tanto amor hicieron posible una estancia hospitalaria agradable».
De igual forma, los remitentes reconocen el esmero de los trabajadores de Fisioterapia y Rehabilitación del centro, dirigidos por la Dra. Hilda Uribazo.