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¿Justicia por manos propias?

A la capitalina Yanara Hernández León (Calle 12, No. 18607, Apto. 10, entre Beatriz y Lindero, reparto Alturas de La Habana, Boyeros), casi no le quedan recursos de civismo en los que apoyarse.

Narra la remitente que su padre trabajó desde el año 1997 en un terreno que le fue asignado como usufructo por la actual Dirección de Planificación Física (ella posee los documentos de dicha asignación).

En el 2007, el papá falleció de forma sorpresiva debido a un infarto masivo. Con posterioridad, un vecino del barrio se acercó a la mamá de Yanara para que le permitiera ayudarla con dicha finca. Allí el papá había dejado «chivos y pollos, una cochiquera construida por él, una mata de aguacate, dos de coco, matas de naranja, noni, limones. Y además dejó bien cercada y delimitada el área».

Narra la lectora que ante los estados depresivos en que quedó sumida su mamá, el vecino fue poco a poco apoderándose del terreno hasta prácticamente cerrarles el paso a ellos.

«La situación llegó al límite cuando, al ver que él no nos ayudaba con nada, yo quise comenzar a tener algunos animales, con la ayuda de mi esposo, incluso sin afectar a dicho ciudadano. (…) Cambió nuestro candado, puso uno nuevo y nos dijo que ya no podíamos entrar a su finca, que eso era de él. De forma oportunista llamó a la policía tres veces para acusarnos de que estábamos invadiendo su propiedad».

Cuando la doliente acudió a las fuerzas del orden público, estas le comunicaron que no podían hacer nada, que se dirigiera a las autoridades de la Agricultura, para que fueran allí y resolvieran la situación.

«Fui a la Delegación Municipal de la Agricultura —refiere Yanara— y el Delegado (…) me recomendó que, como era un terreno menor de 800 metros cuadrados, me dirigiera a Planificación Física. A dicho lugar he ido cuatro veces. Después de explicar mi caso (…) buscaron en sus archivos y no aparece ningún documento que avale a este ciudadano como propietario, ni siquiera en usufructo de este lugar».

Asombrosamente, la máxima dirección de ese lugar le informó a la capitalina que había otros problemas similares sin solucionar «porque Agricultura y Planificación Física llevan esperando para ponerse de acuerdo desde hace un año y cuatro meses; pues la Dirección Provincial aún no les ha otorgado el poder para tramitar estos casos».

Además —le aseveraron a Yanara—, que como su mamá había sido quien permitió al vecino permanecer en el sitio, debía ser la propia familia la que lo sacara.

Los afectados cuentan como testigos a los residentes en su edificio, quienes firmaron una carta expresando que el padre de la lectora era usufructuario del terreno.

Termina Yanara expresando su incertidumbre y preocupación cuando la inoperancia de las instituciones parece indicarle que tome la justicia por sus manos. ¿Será posible?

Combatirán las goteras

«Goteras y asma». Así titulamos el 10 de noviembre de 2009 el caso de la habanera Yamilé Pérez Martínez (Calle 28, No. 3722, entre 37 y 39, Melena del Sur). Ocurre que por las afecciones asmáticas crónicas de sus dos pequeños, la remitente tuvo que permutar de la zona rural del municipio hacia el casco urbano.

La casa queda mucho más cerca del policlínico, pero se encuentra en peores condiciones que la propiedad anterior, narraba la doliente. En noviembre de 2007 le otorgaron una licencia de construcción; sin embargo, no pudieron seguir entregándole recursos.

A propósito responde Alexis Ortiz Díaz, director de la Vivienda en la provincia de La Habana.

Informa Alexis que el hogar no es de los afectados climatológicamente ni fue seleccionado entre los casos críticos del municipio, por lo que no se incluyó en el plan de reparaciones de 2009. No obstante, sí se le entregaron algunos recursos para detener un poco el deterioro.

De todas formas, las autoridades municipales acordaron incluirla en el plan de viviendas de 2010.

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