Acuse de recibo
«Antiguamente, los trenes / eran mucho más románticos: / el humo y sus grises cánticos, / los coches con sus vaivenes…». Sí, pero para los holguineros estos versos de Alexis Díaz Pimienta tendrían hoy un sabor distinto. Allá no es que solo fueran más sublimes, sino que antiguamente existían los trenes de la provincia.
Y como a la más poética nostalgia se une la dura necesidad de transporte, harina del costal de Acuse, Caridad Martínez Melián (Calle Aricochea No. 104, entre Máximo Gómez y Pepe Torres, Apartamento. No. 6, Centro Sur, Holguín) nos escribe alarmada.
Desde hace cuatro años, cuenta la remitente, se suspendió el tren Habana-Holguín y se pusieron guaguas Yutong al mismo precio de aquel. El 31 de enero último pasaron este servicio para la Asociación de Transporte por Ómnibus (ASTRO), a un costo de 144 pesos el pasaje. Y no se restableció el servicio de tren de la provincia.
Para los habitantes de los municipios de Holguín, Gibara y Calixto García, así como de las regiones de Mir y Maceo, solo dejaron 12 capacidades cada tres días en el tren Guantánamo-Habana y diez cupos, también cada tres jornadas, en el tren de Santiago de Cuba a la capital; esto si no hay afectaciones por organismos, relata Caridad.
El problema se complejiza, argumenta la holguinera, si se tiene en cuenta que las reservaciones deben hacerse con 15 días de anticipación o a través de un difícil mecanismo de lista de espera. Y que los pasajeros deben ir a tomar el tren a Cacocum, por sus propios medios.
En los municipios de Banes, Mayarí y Antilla agregaron un servicio de Yutong, pero al precio regular de ASTRO, comenta. Las afectaciones no son solo para los que viajan hacia la capital, sino también para quienes van a otras provincias; por ejemplo, los estudiantes holguineros de varias carreras en la Universidad de Camagüey, que antes pagaban 7,50 pesos por el tren y ahora deben desembolsar 38 pesos, se duele la lectora.
De manera informal, refiere Caridad, se ha hablado de un nuevo servicio ferroviario que se instalará dentro de algunos meses; pero, hasta ahora, a los afectados no se les ha comunicado nada oficial.
¿Qué dicen las autoridades del Ministerio del Transporte sobre el asunto?
La veterana granmense Isabel Fonseca Milián (Las Piñuelas de Bueycito, Buey Arriba) solo pedía un techo. Ese fue el reclamo que hizo desde estas líneas en octubre de 2009, después de contarnos que tenía sus pertenencias en la casa de unos fraternos vecinos.
Según narraba Isabel, su hogar, de tabla y guano, había sido afectado por el huracán Dennis, en 2005, de lo cual ella había informado a las autoridades de la comunidad. Pero sus datos como damnificada, al parecer, se habían extraviado. Y ahora solo reclamaba ayuda para la cubierta, porque la madera, los clavos y otros materiales ya los había autogestionado en el tiempo de espera.
A propósito responde José Hilario Rodríguez Macuránt, director de Vivienda en la provincia de Granma. Luego de la investigación que sobre el caso hiciera una comisión creada para ello, sostiene José Hilario que ciertamente la vivienda de Isabel es de tipología IV: techo de guano, paredes de tabla y piso de tierra; compuesta por portal, sala, cocina-comedor y una habitación; en mal estado técnico-constructivo.
Refiere el directivo que «nunca ha sido reportado el caso por las autoridades de la zona por afectación de fenómenos meteorológicos a la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), procedimiento que se debe seguir en estos casos; por lo que, evidentemente, no se encuentra en ninguno de los planes de construcción del municipio».
De tal suerte, explica el funcionario, que la remitente deberá acogerse a lo establecido en el Reglamento para la nueva construcción y rehabilitación de viviendas por esfuerzos propios de la población.
Agradecemos al Director provincial su respuesta, aunque nos gustaría hubiese sido más preciso en torno a las causas por las cuales no aparecía reportado el caso de Isabel. De todas formas, confiamos en que cualquier análisis posterior de la situación de la remitente, tendrá en cuenta que hablamos de una jubilada, en muy difíciles condiciones.