Acuse de recibo
El candente tema del hurto y sacrificio de ganado mayor irrumpe de vez en vez aquí, para recordarnos que sus connotaciones delictivas y económicas conspiran contra el necesario despegue del agro cubano. El último alerta lo dio el pasado 15 de julio Rubén Quesada, vecino de Jiguaní, Granma, y trabajador en la zona rural de Cupeycito, en ese territorio, donde dice ha proliferado el mal.
Al respecto, responde Pedro Vázquez, director general de la Empresa Genética y de Cría Manuel Fajardo, de la cual Cupeycito es una de sus unidades empresariales de base. Reconoce que esta ha sido la más golpeada por el hurto y sacrificio de ganado mayor este año. Y recalca que se han tomado medidas de exigencia con custodios, jefe de Protección Física, director de la granja y otros responsables, que pasan por la aplicación de la responsabilidad material, la puesta a disposición de las autoridades competentes y la sustitución de cargos, por no preservar los bienes asignados.
Se fortaleció la guardia obrera con recorridos nocturnos, precisa, con la participación de la PNR, la cual ha entrenado al grupo de enfrentamiento. La empresa realiza inspecciones sorpresivas para comprobar la efectividad de la vigilancia y el control, y conteo de la masa. Como resultado del trabajo conjunto con la PNR, dos ciudadanos vinculados a esos actos delictivos en cinco de los casos, esperan juicio de los tribunales.
También hay un mayor vínculo del Sistema de Enfrentamiento del Ministerio del Interior con la empresa y granja, a partir de la realización y control de las medidas de vigilancia y patrullaje. Se rota a los custodios de cada unidad y se capacita a los agentes de vigilancia y protección.
Así, aseguraba el director, cuando escribió hacía más de tres meses que no se registraba ningún hecho de ese tipo en la granja, gracias a las medidas tomadas, con la participación de los trabajadores. No obstante, señala, ello no implica que el problema esté resuelto, por lo cual seguirán desarrollando acciones en tal sentido.
Agradezco la respuesta de Vázquez. Ojalá puedan extirpar para siempre ese mal, que tanto afecta la moral y la economía del campesinado. Y la del país.
La carta proviene del Barrio Deportivo, en el central 1ro. de Mayo, del municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros. La suscribe Solange Hernández, y la firman otros diez vecinos, acuciados por la falta de agua… y de atención a sus penas.
Cuenta ella que hace más de diez años que presentan problemas con el abastecimiento del líquido. Hay tuberías en mal estado, salideros, problemas con el bombeo… pero todo se agrava aún más: personas sin escrúpulos, precisa, desvían las aguas hacia sus tierras, para sembrar arroz y otros productos. ¿Quién paga ese derroche?
Lo más preocupante es que, según Solange, nadie pone freno a la situación que ellos han denunciado ante su delegado, en Acueducto y con las autoridades del territorio. «Como medida, apunta, se les llamó la atención a algunos que, sin hacer caso, siguen desviando las aguas del pueblo para su beneficio. Se enriquecen a costa del sacrificio que hace el Estado para que todos disfrutemos de ese líquido vital».
Como si fuera poco, no tienen alcantarillado ni fosa, y la tubería de seis pulgadas, por donde descargaban las aguas albañales de esa vivienda está tupida. En el territorio se conoce la situación hace mucho tiempo, pero nada se resuelve.
Alarma sobremanera la impunidad. Las autoridades y direcciones administrativas en cualquier localidad están obligadas a atender los problemas que aquejan a las mayorías y a poner las cosas en su sitio. Nadie tiene derecho a desviar el patrimonio natural de todos. Esto atenta contra la institucionalidad.