Acuse de recibo
María Isabel Carrazana Cordero (Carretera Central Este, Km. 6 y medio, entre Motel y Circunvalación Sur, Camagüey) ya no soporta «las curvas» y «peloteos». Ella y su esposo son uno de los casos de «reubicación» que se produjo en el 2003 cuando se decidió construir la Circunvalación Sur-Este de la ciudad camagüeyana.
«Desde el año 2004, mi esposo visitaba viernes por viernes a la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda… Luego de tanto bregar nos dieron un papel con la asignación de diez sacos de cemento y 800 ladrillos. (…) Con ello y las tejas de la casa demolida que nos pertenecía, mi compañero y unos amigos construyeron un cajón, sin ventanas, sin baño… En fin, inhabitable», narra la camagüeyana.
Y enumera un rosario de gestiones en el que no faltan visitas y cartas a las instancias de Gobierno y políticas del municipio. Muchos de los funcionarios que tuvieron que ver con su historia —evoca— han sido relevados de sus cargos. «Parece que con ellos mi caso fue sepultado».
Pero imposible de enterrar es la incertidumbre que agobia a esta pareja agramontina. ¿Por qué vía —no circular— les llegará respuesta?
La situación de Justina Hilda Hernández Rodríguez (Santa Cristina 26604, entre Navia y Vera, Versalles, Matanzas), se publicó aquí el 16 de mayo último como una de las candentes historias de refrigeradores defectuosos, en el programa de sustitución de electrodomésticos.
Cuatro visitas al taller de Pueblo Nuevo, en su localidad; cambio de algunas piezas y elementos; otra vez las roturas; visitas de técnicos del propio taller; traslado; dos meses más esperando; otra visita; equipo defectuoso… y al final: seguían los problemas…
Después de tantas angustias narraba la remitente que un enviado del director de la Empresa de Servicios le comunicó que «todo estaba relacionado con un mal trabajo del taller». Y agregó que ante la complejidad de los desperfectos era necesario trasladar nuevamente el equipo. Justina y su familia se negaron. «Ya el equipo en el ir y venir tiene toda raspada la pintura externa y maltratado el chasis, por lo que estoy segura de que lo que necesitamos es el cambio de este por otro nuevo», terminaba la matancera.
Al respecto responde Nilo Lurbe Morales, subdirector del programa de Ahorro Energético de la Empresa Provincial de Servicios Técnicos de Matanzas. Reconoce Nilo Lurbe que, efectivamente, el refrigerador HAIER 183 entregado a Justina Hilda «presentó problemas desde que lo adquirió» y detalla las gestiones realizadas en cada una de las «cinco veces» que estuvo el aparato en el referido taller.
Después de la negativa de los dolientes a que se llevara a reparar por última vez el equipo, finalmente logró convencérseles. ¿Cuál fue la solución?
«Le fue sustituido el motocompresor original por uno nuevo marca Danfoss, que según la clienta no presenta desperfectos técnicos y enfría correctamente».
No obstante, el directivo hace algunas oportunas aclaraciones. El refrigerador no se encuentra arañado y maltratado por razones del traslado al taller. Y durante todo el período en que la cliente estuvo afectada contó en su vivienda con un equipo en concepto de Fondo de Giro, por lo cual no estuvo desprotegida ni se privó del servicio. Se entiende como Fondo de Giro un equipo que se oferta en calidad de préstamo mientras se repara el afectado.
Agradecemos a Nilo Lurbe su respuesta. Y nos alegra que —finalmente— se haya resuelto el asunto de la familia matancera. De cualquier forma, siempre habrá que revisar por qué asuntos que se pueden resolver en uno o dos trámites terminan costando mil gestiones.