Acuse de recibo
Dalrene Esquivel se siente engañada por la Empresa Dujo Copo Flex S.A., debido a un colchón Konfort que no le dio confort y sí mucho disgusto. Dalrene, quien vive en Malecón 617, apartamento 2, municipio capitalino de Centro Habana, adquirió el 4 de abril un colchón de esa marca, fabricado por la entidad, al precio de 185.15 CUC y con un año de garantía. A los cuatro meses ya mostraba problemas de calidad. Llamó a la firma, sita en El Wajay, tal como le indicaron. El comercial de la misma la visitó, revisó el colchón y le dijo que era parte de un lote que no sirvió. ¿Cómo entonces lo comercializan?, ripostó Dalrene con suma lógica. Días después le llevaron uno nuevo a su casa, pero este estaba peor, y no lo aceptó. «A partir de ese momento comenzó mi tortura», refiere. Llamaba al mismo teléfono, «pero nadie me salía, no me atendían, y para colmo me dijeron que ellos tenían una orientación: cuando el colchón sale malo, el cliente tiene que llevarlo a El Wajay. El colmo de los colmos. He hablado con tres personas para que me lleven el colchón a El Wajay, y el que menos me cobra, pide 40 CUC». Dalrene hace varias preguntas a Dujo: «¿Cuál es la garantía? ¿Dónde está el control de calidad que deben tener esos productos comercializados en divisa? ¿Por qué, si reconocen que fue una mala producción, me obligan a llevar el colchón hasta El Wajay? ¿Hasta cuándo se va a permitir ese maltrato?».
Palacio de cordialidad: Laura Torres (Edificio 14, apartamento 1, El Puente, Nuevitas) se casó el 14 de junio con Carlos Robles en el Palacio de los Matrimonios de la ciudad de Camagüey. Y quedaron muy complacidos con el trato, la amabilidad y profesionalidad con que les atendieron, sin tener que dar ninguna regalía, como parece imponerse hoy en muchos sitios. «En especial quiero agradecer a Ofelia, nuestra guía, a la señora pelirroja del atelier por su cordialidad y comprensión, y a la taquillera por las molestias ocasionadas. Fui testigo de que no tienen condiciones materiales para ofrecer un servicio de mayor calidad; de ahí las quejas de que el Palacio está feo y sin pintar. Pero esto fue insignificante para nosotros por el trato recibido. También quiero felicitar al colectivo del Gran Hotel de esa ciudad, donde pasamos nuestra luna de miel».
Conflictivas tarjetas: Caridad Reynosa (Edificio P, apartamento 23, Reparto Atlántico, Moa, Holguín), ingeniera geóloga de la Empresa Niquelífera Ernesto Che Guevara, considera que las tarjetas magnéticas, ideadas para facilitar a los trabajadores el cobro de su salario, están trayendo efectos contrarios. En la empresa Ernesto Che Guevara, a partir del pasado julio muchas tarjetas se vencieron y el Banco Popular de Ahorro no ha garantizado en tiempo las nuevas. Los obreros han tenido dificultades para cobrar: deben ir a hacerlo al Banco, donde hay una cola inmensa, y pierden horas, hasta una jornada de trabajo. En su caso, desde finales de junio no pudo utilizar las tarjetas, tanto en pesos como en divisa para el estímulo. Y aún el 6 de agosto, cuando me escribió, no le habían llegado.
El precio de ciertos precios: Ramón Cruz (Edificio 8, apartamento 6, Reparto Flora, Báguanos, provincia de Holguín) tiene opiniones sobre los precios y tarifas que ha fijado COPEXTEL para la reparación de algunos efectos electrodomésticos. Cita como ejemplo la reparación de la botonera —¿será el mando?— del televisor Panda: solo cuesta diez pesos, pero la mano de obra es de 80 pesos. El argumento es que constituye una «reparación compleja». Pero si la pieza a sustituir fuera un switch, cuyo precio es de apenas dos pesos, se procede de igual manera con el costo de la mano de obra. «Considero que debe evaluarse tal tarifa, por su poca correspondencia con el breve trabajo y la rapidez, que de hecho argumentan bien poco el grado de complejidad».
Nadie los atiende: Jorge Demiro Fernández (Maloja 609, apartamento 3, Centro Habana) y un grupo de amigos tienen la iniciativa de crear un taller comunitario sobre ahorro de combustible y sustitución de importaciones. Intentaron buscar algún terreno o local en desuso, le han solicitado ayuda a varios funcionarios —no especifica a quiénes—, y en todas partes estos les dicen que no está en sus manos la solución. Así se mata la iniciativa...