Acuse de recibo
El reparto Brisas del Mar, de la ciudad de Cárdenas, en la provincia de Matanzas, va a terminar llamándose Brisas del vertedero, de no encontrársele solución a un gran basurero situado a solo 500 metros de allí, una verdadera pesadilla para quienes viven en el lugar.
La denuncia la hace, en nombre de los vecinos del reparto, la geógrafa Yanira Arias Rodríguez, máster en Medio Ambiente y Desarrollo y especialista en Ordenamiento Urbano. Es una denuncia muy fundamentada por el conocimiento científico, y porque ella vive en Brisas del Mar, en calle Calzada, Edificio 16, apartamento 7, entre 51 y 53.
Refiere Yanira que el vertedero, sin las mínimas normas técnicas, es altamente peligroso para la salud. Allí combustionan incontroladamente desechos, entre los cuales aparecen restos de plomo, níquel, cadmio, mercurio y otras sustancias muy perniciosas para el organismo humano. Y ese humo, auxiliado por la dirección de los vientos, inunda el reparto, y afecta al hospital municipal, al círculo infantil Amiguitos Africanos, al Hogar Materno y otros centros.
«En horas nocturnas —precisa—, cuando se produce la calma de los vientos, el aire se hace denso, observándose un humo blanco que se mantiene en la atmósfera y hace difícil la respiración dentro de las viviendas, sobre todo afectando a personas que padecen de asma bronquial u otros problemas respiratorios».
Significa Yanira que, además de salir en las asambleas de rendición de cuentas, tal queja ya se tramitó con las autoridades gubernamentales de Cárdenas, Servicios Comunales y hasta el CITMA en la provincia. Pero el vertedero sigue ahí, envenenando la salud de todos los vecinos.
La segunda misiva la envía Dairon González, desde Edificio 3, apartamento 22, Nueva Isabela, Sagua la Grande, en Villa Clara. Y es también una denuncia medioambiental: muy pegado a su barrio había una vaquería estatal, y precisamente la quitaron por las molestias que ocasionaba a los vecinos. Pero, increíblemente, con los años han instalado a solo 180 metros de la comunidad una vaquería perteneciente a una cooperativa de crédito y servicios.
«Cuando llueve —describe Dairon— se llena de agua la parte del ganado, convirtiéndose en un foco de mosquitos, moscas y roedores... Como el balcón de mi casa da al frente de la vaquería, las moscas van de las heces fecales de los animales al plato de comida de las viviendas en mi edificio. Y por la noche la mosquitera es grande».
Refiere que, ante las quejas de los vecinos, se decidió sembrar un platanal al frente, para neutralizar los malos olores. Pero resulta que cuando llueve, se convierte en un nuevo foco de mosquitos.
Señala que también, a 50 metros aproximadamente, radica un centro de elaboración de alimentos, en el cual se produce jamón, mortadella, tocineta, lomo ahumado y chicharrones, entre otros. En el caso del lomo ahumado, se elabora en el exterior del centro, para escurrirle la grasa, y es cuando las moscas provenientes de la vaquería «hacen zafra» allí, por no contar que ratones y cucarachas buscan el mínimo descuido para tener su parte en el «banquete».
La tercera carta la envían vecinos del reparto Piñerúa de Vertientes, en la provincia de Camagüey: Mercedes Calvo, Bárbara Aguilar, Caridad García y José Labrada, entre otros.
Históricamente ellos han tenido una grave situación con el suministro de agua. Tienen que arreglárselas con una sola pipa que hay en el municipio y, en ocasiones «no puede traer agua porque no hay petróleo». Además, la calidad de la misma es pésima: llega sucia y sin cloro.
Hay sitios de ese territorio, como la comunidad La Siria, donde las familias tienen que comprar el agua todo el año.
Revelan los firmantes que en Vertientes el número de personas afectadas por aguas contaminadas es elevado. Y, conocedores de los esfuerzos que hace el país en la recuperación hidráulica, esos vecinos recaban del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos que se acometa una inversión en el territorio que resuelva la grave situación de abasto de agua.