Acuse de recibo
Julia Koelig Padrón escribe desde el apartamento 15 del Edificio 59, en el reparto Vista Hermosa de la ciudad de Ciego de Ávila: en 2001 se le diagnosticó un cáncer de mama, con algunas complicaciones a partir de entonces. Y el médico le prescribió la dieta 1207, por la cual recibe leche, carne y pollo. Entonces ella residía en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, y nunca tuvo dificultades con esos alimentos. Pero en mayo de 2006 se mudó para Ciego de Ávila, y en la OFICODA le comunicaron que en esa provincia solo se proporcionaba leche, carne y viandas por ese concepto, pero no así pollo. La lectora se pregunta si el abastecimiento por dieta, tan necesario para un paciente, no es el mismo para todo el país.
¿Y el plátano y la malanga?: Adrián Fernández, de calle 30 número 3024, Edificio 15 apartamento 3, Panel 1, en Santa Fe, Isla de la Juventud, ya ha tocado todas las puertas institucionales en ese territorio, y nadie ha podido responderle por qué hace más de siete meses que en la placita que le corresponde no se ve ni rastro de las viandas para dietas médicas, fundamentalmente plátano y malanga. El lector se pregunta si la malanga y el plátano habrá que importarlos, o es que los campos de ese municipio especial no pueden garantizar ese alimento a los enfermos; y tendrán que resignarse a pagarlos a precios más elevados en el mercado de oferta y demanda.
Felicidades: Eso es lo que quiere transmitir Daniel Ramírez Batista a los trabajadores del Registro Civil de Cueto, en la provincia de Holguín. Daniel, quien reside en Progreso 68, en Marcané, municipio de Cueto, refiere que «entre tantas cosas desagradables que ocurren, quisiera señalar algo bueno: el trato de excelencia que brindan las compañeras del Registro Civil de Cueto. Se llega allí y se sale en el mismo día y complacido, con los documentos que uno fue a buscar. Las compañeras Irela Pérez, Bárbara Bauta y Ángela García son maravillosos ejemplos».
¿Amistad a medias?: Alexis Mitjans, un chofer de taxi al servicio del turismo, anda muy descreído cada vez que llega a un servicentro CUPET-CIMEX de la capital y lee la publicidad comercial de «Su amigo las 24 horas». Alexis, quien reside en Egido 517, entre Sol y Muralla, en La Habana Vieja, refiere que él labora en el turno de la madrugada, y al concluir su jornada debe dejar el auto «serviciado», fregado y listo para cumplir otro turno. Y ahí viene el asunto: después de las 12 de la noche es común que los CUPET-CIMEX presenten problemas para prestar servicio. ¿Argumentos que le han dado? «Hay que esperar, pues la pipa acabó de descargar». «No tenemos combustible»... «Tenemos el POS con problemas y no podemos pasar tarjetas magnéticas». «Estamos “cuadrando”». En ocasiones, los dependientes están a puertas cerradas, con la luz apagada. «Les puedes tumbar la puerta y a veces el que sale es el custodio y te dice que está cerrado». En contraste con esas indisciplinas, el lector cita como ejemplos de buen trabajo las 24 horas los de la Rotonda de 112 y El Tángana. Alexis se pregunta si no existen mecanismos de control y supervisión de los expendios nada «amistosos» en la madrugada. Y concluye afirmando que «actos como esos no deben empañar el esfuerzo realizado por el Gobierno y el Estado para rescatar la imagen y el buen funcionamiento de esos servicentros».
Bravo por Kasalta: Jorge Morales me escribe desde el municipio capitalino de Plaza de la Revolución para exaltar el excelente trato y servicio que les brindaron en el restaurante Kasalta, de Quinta Avenida, en Playa. Él convidó a su esposa a comer en ese centro el Día de las Madres, y estaban un poco tristes, pues uno de sus hijos se encuentra en el exterior y no podía estar junto a la madre. «Sin embargo —señala Jorge—, el trato que nos brindaron los trabajadores que se acercaron a nuestra mesa, sin conocer nuestra tristeza, y el cariño y el amor que recibimos, nos hicieron cambiar de ánimo. Les estamos muy agradecidos, y ojalá que como ellos existieran muchos más en otros centros gastronómicos».