Acuse de recibo
Días atrás, esta columna reflejó la queja del campesino Ismael Cabrera Gámez, a quien el Plan Pecuario de Jovellanos aún le debe el importe del ganado vacuno que le compró en julio pasado.
Parecía algo excepcional teniendo en cuenta la batida gubernamental que recientemente se le dio al incumplimiento de pago de las empresas estatales con los pequeños agricultores.
Pero las malas hierbas retoñan cuando se baja la guardia. Hoy me escribe Héctor Quintana, de calle 82 número 4105, entre 41 y 43, en el municipio habanero de San José de las Lajas. Y lo hace para denunciar algo parecido.
Cuenta Héctor que su suegro, Pedro Celestino Alpízar Ascanio, es miembro de la Cooperativa de Crédito y Servicio fortalecida Frank País, perteneciente al Plan pecuario Santa Cruz del Norte, en esa provincia. Y hace más de dos años que esa entidad le compró un ganado vacuno por valor de 556,68 CUC, y todavía no se lo han pagado.
Pero tampoco han solventado la deuda con otros 18 campesinos, a los cuales les deben más de 5 000 CUC. Algunos de ellos, sostiene Héctor, llevan más de cinco años esperando.
En todos esos casos, la respuesta es la misma: el Plan no cuenta en estos momentos con esos fondos para pagar la deuda.
Héctor califica los hechos de «degradantes». Y aunque parezca fuerte el calificativo, es vergonzoso que, cuando creíamos que las deudas de las empresas con el campesinado ya habían sido liquidadas, aparezcan casos como estos, que minan la confianza de los pequeños agricultores en sus socios estatales.
La segunda carta la envía Raúl Ramón Vázquez, residente en calle 4 número 25, altos, entre A y B, reparto Ceferino Fernández, en la ciudad de Pinar del Río. Y es una nota de agradecimiento y exaltación de la virtud humana.
Cuenta Raúl Ramón que el pasado 18 de octubre, ya a la caída de la tarde, el transporte en que viajaban él y otros compañeros sufrió una rotura de envergadura en la Autopista Nacional, frente a la Empresa de Cítricos Victoria de Girón. Y pese a las señales de auxilio, muchos choferes pasaron indiferentes por su lado.
Pero siempre hay una buena persona. Ya exhaustos, dejaron de solicitar ayuda. Y fue cuando paró el joven Yasmel Cruz González, chofer de la rastra HWF 997, y los ayudó a continuar viaje.
«Fue el único que se detuvo», recalca Raúl Ramón, quien quiere hacer público el reconocimiento a la solidaridad de este rastrero, para que todos lo feliciten. Ahí sí hay...
La tercera misiva es un alerta contra la indolencia y el desentendimiento, y la envía Pedro Javier Rodríguez, vecino de la calzada de Primelles 412, en el municipio capitalino de Cerro.
Pedro Javier recalca el estado calamitoso en que se encuentran los antiguos portales de esa calzada, que en su época eran orgullo barrial. Ya no tienen ni techo en muchos casos, pues cuando Demoliciones acude, dejan las columnas, con el argumento de que son patrimoniales.
El lector considera que habría que haber salvado a tiempo esas edificaciones características de lo que Alejo Carpentier llamó «la Ciudad de las Columnas». Y las que sobreviven en los inmuebles 410 y 412, están soltando los pedazos y tienen serias rajaduras.
Bajo este peligro, que se duplica por el anclaje de la red eléctrica, pasan miles de personas y juegan niños de la cuadra.
Ello ha sido denunciado en las asambleas de rendición de cuentas y se han hecho cartas con firmas de los vecinos, mas los restos moribundos de lo que fueron florecientes elementos arquitectónicos continúan allí.
«A ver si entre todos evitamos una tragedia», sentencia Pedro Javier con la confianza en que este S.O.S. llegue a la vergüenza de quienes deben tomar medidas profilácticas.