Acuse de recibo
A Ileana Moreno Campdesuñer que no le vayan a preguntar su criterio sobre la agilización de trámites, porque su familia allá en la ciudad de Guantánamo se las ha visto en una especie de «estática milagrosa» de la paciencia, para poder cumplir con el espíritu de la Ley General de la Vivienda.
Ileana, quien reside en calle Séptima número 14, en la ciudad de Santa Clara, relata que en los inicios de 2006, allá en Guantánamo, su familia inició los trámites para adjudicar a su mamá la propiedad de la casa, que estaba a nombre de su fallecido padre. Y lo primero fue la demora en el Bufete Colectivo, pero al final se fueron resolviendo los documentos requeridos para las gestiones. En enero de 2007, con todo en regla, hicieron la solicitud en la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV), y les dijeron que en tres meses estarían los documentos necesarios, para luego ir al notario, y finalmente adjudicar la vivienda a la nueva propietaria.
En mayo, se presentan en la DMV, y para asombro total, les manifestaron que no se habían hecho los trabajos porque no hay abogados allí para realizarlos. Hay cientos de casos esperando para ser procesados, y ningún profesional quiere ir a trabajar a esa entidad. Los graduados en adiestramiento son insuficientes.
Alarmada, Ileana fue a la Dirección Provincial de Vivienda, y allí le ratificaron lo informado antes. Y el 18 de julio, cuando Ileana me escribió, la situación seguía igual: «Crece el número de expedientes sin solucionar».
«Es inaudita la situación», comenta Ileana, y manifiesta que «esto debe ser tomado en consideración por las autoridades competentes, y se deben adoptar medidas para resolver definitivamente el problema, que posiblemente sea similar en otras localidades del país».
No menos disgustada está María García, allá en calle 3 y Carretera Central, número 61, en la ciudad de Ciego de Ávila, quien me escribe en nombre de decenas de vecinos de esa arteria, donde hay una tupición central que impide que los desagües de las viviendas se vacíen.
«Hay cisternas que están contaminadas con aguas de los servicios sanitarios y otros desechos; los tragantes están a tope, y cuando nos bañamos, las aguas sucias salen por ellos. Cuando llueve las casas se inundan y los excrementos salen por los tragantes», revela la remitente.
Lo grave de la situación es que ya hace seis meses que esos vecinos están lidiando con Acueducto y Alcantarillado para que destupa la tubería central. Llamaron a Comunales y primero les dijeron que necesitaban una autorización de Tránsito para romper la calle, después que el compresor estaba roto... Han gestionado en el gobierno municipal... en fin, que la situación es muy delicada, por lo que ellos consideran «falta de responsabilidad de aquellos que tienen que ocuparse de estos problemas».
¿Qué decir entonces de los vecinos de calle Miguel, entre Santa Isabel y Alvarado, en el reparto Santa Amalia, del municipio capitalino de Arroyo Naranjo? Mayra Bermúdez, quien reside en el 159 de esa cuadra, envía la denuncia que firman 14 personas más:
Esa zona tradicionalmente se inunda con las lluvias, pues linda con el río Orengo, que se desborda, penetrando en las viviendas. En mayo de 2005, una brigada demolió el puente que existía y ensanchó la calle. Luego se marchó, no sin antes aclarar que otra brigada haría los arreglos de la nueva calle y levantaría el nuevo puente. Todavía la están esperando...
Y al estar rota la calle a la mitad, siempre que llueve esta se ensancha cada vez más, pues el agua que corre va desprendiendo la tierra de la orilla, poniendo en peligro las casas que están próximas al río, y las vidas de sus moradores.
Los vecinos viven indignados porque ya llevan esperando dos años. Mientras tanto, la calle está dividida. Primero dijeron que se reconstruiría el puente, después que se haría un paso peatonal, «pero lo cierto es que todo ha quedado en palabras», señala Mayra.
«Ya estamos en temporada ciclónica, y la vida de muchas personas está en riesgo», sentencia la vecina, y sus palabras quedan gravitando, como una sensible advertencia.