Acuse de recibo
El pasado 30 de marzo esta columna reflejó las molestias de Laura Viondi, vecina del edificio C-5, apartamento 14, en la zona 6 del reparto capitalino de Alamar. Y su alegato era sentimiento de consumidora herida por asunto de precios y de tratamiento en cierta unidad comercial.
Relataba entonces Laura que en la tienda de Oportunidades de CIMEX, en la zona 6 de Alamar, unidad de rebajas, los artículos en venta aparecen con el precio inicial, y los empleados son quienes buscan en un listado y te dicen los porcientos de rebaja y el resultante.
La remitente insistía en el hecho de que el consumidor no tuviera el precio resultante después de la rebaja, y debía esperar por la información del vendedor. Consideraba ella que así, el consumidor podría albergar suspicacias y dudas, y el procedimiento podría prestarse a engaños.
También Laura censuraba que allí no hubiera guardabolso, y anecdóticamente criticaba la actitud de una empleada que, según ella, le arrebató un par de tenis de las manos, bajo el pretexto de que esa mercancía había salido equivocadamente.
Al respecto responde ahora Mayra Fontanilles Mengana, gerente general de Corporación CIMEX S.A., Sucursal Ciudad Habana del Este, quien señala que, a partir de lo publicado, se acometieron acciones para su esclarecimiento. Respecto a lo del precio, aclara que no existe tal violación, pues el precio exhibido de la mercancía no necesariamente tiene que ser el resultante del descuento final.
Aclara la funcionaria que tal modalidad de ventas se ha ido introduciendo a partir del segundo semestre de 2006, como Tiendas de Oportunidades, para dar salida, mediante precios rebajados, a mercancías que han perdido parcialmente su valor por algún deterioro, suciedad, ausencia de algún componente o defectos.
Tal rebaja, explica, consiste en un descuento del 40 por ciento del precio de venta original, en una primera etapa de 30 días. Si no llega a venderse en ese lapso, entonces se le aplica un descuento del 80 por ciento del precio original.
Tales descuentos, precisa, deben estar señalizados, aunque las etiquetas de las mercancías conservan el código y el precio original. Y tal rebaja está programada en las cajas registradoras de la tienda, por lo cual se le cobra al cliente el precio resultante. Antes de decidir la compra, el escáner de la caja facilita al cliente cualquier consulta o información al respecto.
Recalca Fontanilles que tal sistema conlleva la instalación de un verificador de precios, el cual no se instaló en la apertura de esas unidades por limitaciones de su adquisición en el exterior. Ya el asunto está solucionado: deberán arribar al país tales dispositivos.
Reconoce la directiva que es insuficiente la información al público, y hasta tanto se instalen los verificadores, se pondrán carteles que detallen los procedimientos de rebaja, con los deberes y derechos del consumidor.
Sobre lo de la empleada que le arrebató la mercancía, la clienta, en entrevista, no pudo precisar detalles de identificación. Pero se asumió la veracidad de la denuncia, y por ello se evaluó como mal el desempeño de ese mes en el colectivo. En cuanto a la ausencia de guardabolso, se decidió ubicar de forma provisional un estante para esas funciones.
También consigna que lo publicado promovió una reunión con los trabajadores de esa y otras unidades, para analizarlo con espíritu aleccionador, y mejorar el servicio.
Refiere la Gerente general que cualquier señalamiento, lejos de molestarles, será bienvenido, porque los inducirá a mejorar el servicio.
Y tal respuesta, tan meridiana, sin aspavientos justificativos ni parapetos o atalayas para defender cierta «imagen ultrajada» que creen ver otros, es lo más saludable y vigorizante para cualquier entidad. Agradecido.