Acuse de recibo
Hay respuestas a medias, aderezadas por sazones —más bien desazones— de quienes reconocen deficiencias, y luego se molestan con la develación del asunto. Ese es el caso de la carta de Ángel Téllez, director provincial de Comercio en Las Tunas, quien responde a la queja de Osmani Sánchez, publicada el 27 de octubre de 2006, acerca de irregularidades en el restaurante La Caldosa, que perpetúa a los mentores de ese plato, Kike y Marina, en esa ciudad oriental.
Recordemos: Entonces Osmani relataba que el 11 de octubre de 2006, en aquel centro, solicitó la afamada especialidad. Y le sirvieron un triste caldo en el que naufragaba un solitario plátano burro, sin la indispensable carne de pollo.
Osmani averiguó y la dependienta le aseguró que la alquimia era caldo de hueso de vaca. Cuando solicitó explicación, le dijeron que tenían dificultad con el suministro de pollo. El cliente reivindicó que en el menú anunciaban una caldosa que no era. Y al final, descubrió que había pollo frito en el listado, aunque en la caldosa no se ofrecía carne de esa ave.
Ahora Téllez señala que a raíz de lo publicado se creó, para investigar el suceso, una comisión integrada por él, el director de la Empresa Municipal de Gastronomía de Las Tunas, y el propio administrador del restaurante, entre otros. Señala que fueron a casa de Osmani, y este les reiteró los problemas de calidad del producto, a más de que la explicación dada por la segunda administradora había sido insuficiente y poco precisa, al igual que la respuesta de la dependienta.
Dice que se realizó una reunión de análisis con la administración del centro y los trabajadores, respecto a la calidad del producto y la desinformación recibida. Y se decidió demover del puesto de trabajo por seis meses a la segunda administradora y a la dependienta. También se determinó que no puede elaborarse el plato si no existen todos los ingredientes del mismo.
Recalca el funcionario que «estamos convencidos de que las críticas ayudan a mejorar el trabajo, pero estos tiempos también exigen de un periodismo cada vez más profesionalizado e investigativo, para que no se distorsione la realidad de los hechos, pues al parafrasear sobre elementos que objetivamente no fueron observados por el periodista, resquebrajan la imagen de una empresa que cuenta con un colectivo de trabajadores que se esfuerza al máximo para la satisfacción de las necesidades de los clientes y responder a las estrategias establecidas por el Ministerio de Comercio Interior».
Agradezco la respuesta, pero me asombra: Por un lado, se reconocen las deficiencias, se toman medidas con los implicados. Y luego, se arremete contra la profesionalidad de la sección que acogió la queja. Esencial contradicción.
Esta columna confía en las quejas de sus lectores, lo hemos dicho siempre. Y el mismo trato le damos a las respuestas. ¿Cuál es la preocupación si todo era verdad? La imagen de esa empresa únicamente se resquebraja con el triste caldo que ofrecían. Y sus directivos no fueron capaces de detectarlo a tiempo. El administrador de la unidad, que luego aparece en la comisión, ¿no sabía lo que sucedía?
Téllez asegura que la unidad está en un proceso inversionista para mejorar su imagen y calidad. Ojalá así sea, aunque no siempre el recurso decide, si no hay en la caldosa la sazón decisiva: la de satisfacer al consumidor.