Acuse de recibo
Desde julio de 2005 ha sido reiterada en esta columna la queja de los vecinos del edificio Colonial, sito en Línea y 14, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, por las constantes tupiciones de la fosa de ese inmueble, y su desborde por tragantes, baños y pasillos durante años.
Luego de la última carta de los vecinos, encabezados por Mayra García, responde ahora Ana Remis, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, quien recuerda que, como se planteó en septiembre de 2005, la causa de esas inundaciones está en la sobrecarga en el sistema de alcantarillado exterior, el cual había sido diseñado para una determinada densidad de población, ya muy superada por la actual.
En 2006 se efectuaron varias desobstrucciones del registro de inspección de 24 y de la línea central, pero la solución estaba en un estudio de proyecto, que incluye el bombeo de los residuales hacia el sistema de redes. Dicho proyecto, informa la funcionaria, estaba listo para obra en noviembre de 2005, pero se debía ejecutar el bombeo citado. Y para esta operación se requiere de una bomba de residuales sumergible que debe adquirirse en el mercado internacional, trámite que se ha demorado considerablemente y el cual no depende de Aguas de La Habana, asegura la funcionaria.
Aun así, manifiesta Remis que la bomba debía estar en el país ya en los finales de enero. De ello se desprende que podrá dársele solución al desbordamiento del edificio Colonial.
La segunda carta de hoy la envía Enma Viña Hernández, de Goicuría 1011, entre Continental y Sevillano, en el municipio capitalino de 10 de Octubre.
Enma refiere que a partir de octubre de 2006, Aguas de La Habana cambió las tuberías viejas y rotas por otras nuevas para mejorar el suministro de agua en el reparto Sevillano y eliminar los salideros. El trabajo se hizo en Goicuría, desde San Miguel hasta calle Sevillano, y tuvo un impacto muy positivo entre los vecinos.
Pero al concluir las obras, precisa la lectora, rellenaron las zanjas con la misma tierra que se había extraído, y se les planteó a los vecinos que posteriormente se procedería al arreglo de la calle.
«Sin embargo —apunta Enma— resulta inconcebible que hayan transcurrido más de tres meses y no se hayan asfaltado al menos las zanjas, y que la calle se haya convertido en un peligro potencial para vehículos y peatones, llena de fango, con grandes huecos y acumulaciones de agua».
La tercera carta la envía Yoelbis Lugo, de Villuendas 11, en Zulueta, Villa Clara. Y es referida también a un problema muy sensible para esa localidad: el agua.
Refiere Yoelbis que en los inicios de los años 80 comenzaron en Zulueta las obras de construcción del acueducto: gran parte del pueblo fue excavada y se destruyeron los viales para colocar tuberías de acero. Y cuando irrumpió el período especial, la obra quedó paralizada. Así, las calles siguieron deteriorándose.
No fue hasta los primeros años del nuevo milenio que se reanudaron las labores, con superiores tecnologías. Se rompieron de nuevo aceras y contenes. Sistemas de alcantarillado quedaron bajo tierra, y se excavaron los viales que faltaban...
«Las labores del acueducto concluyeron, pero nunca se construyó el tanque —precisa—. Y nada de lo que se rompió fue reparado. En nuestro poblado hay calles que no pueden ser transitadas ni en carro ni a pie, ni siquiera en bicicleta. Las piedras, el fango y el polvo se han apoderado de las calles.
«Y qué decir de las hierbas que crecen abundantes y frescas como en un potrero, acompañado todo esto de algún que otro microvertedero generado por las indisciplinas de unos y el abandono de otros.
«Aunque el acueducto se terminó, gran parte del pueblo no tiene agua, pues 18 horas de bombeo diario no son suficientes, pues no hay tanque. ¿Quién o quiénes responden por los daños que no se repararon? ¿Tendrá algún día Zulueta agua y calles?», pregunta Yoelbis.