Acuse de recibo
Recientemente esta columna publicó varias quejas sobre deterioro e irregularidades en el funcionamiento de parques infantiles de la ciudad de La Habana. Y como es tan sensible el asunto niños, hasta en el acápite diversión, es que hoy publico las respuestas que al respecto me enviara Mariana Hechavarría, jefa de Divulgación de la Dirección Provincial de Servicios Comunales.
La primera denuncia, publicada aquí el 4 de noviembre de 2006, la había hecho Pablo Carbonell, un padre que decidió no llevar más a su nenita de 18 meses al parque Kolhy, sito en 34 entre 41 y 36, en el municipio de Playa, por lo que calificara de «desastre»: suciedad, orines y excrementos, rejas rotas, muros tumbados, columpios, tiovivos y cachumbambés inutilizados. Y sin guardaparque.
Al respecto, la funcionaria confirma la apreciación del lector. La falta de guardaparques y los niveles de agresividad e indisciplina social en consecuencia, han conducido a tal situación.
Precisa que se hacen gestiones para la captación de guardaparques en la comunidad, y también se realizó un levantamiento de las necesidades del parque. Asegura que en este primer trimestre está prevista la reparación de parque mencionado.
La segunda reclamación, reflejada en esta sección el 30 de noviembre de 2006, la hacía Amarilys Ruiz Marín, una madre muy indignada con las indisciplinas que ha observado en el parque infantil de San Rafael e Industria, en pleno bulevar de Centro Habana.
La lectora señalaba que, a pesar de que un cartel establece el uso de los aparatos solo para niños hasta siete años, adolescentes irrespetuosos transgreden la norma y hacen de las suyas allí.
Y la madre recalca que peores cosas ha visto en los parques infantiles del Zoológico de 26: adultos montando los aparatos para niños, y ausencia de guardaparques que lo impidan.
A propósito, la Jefa de Divulgación de Servicios Comunales señala que se visitó a Amarilys, y se tomaron varias medidas en el parque del bulevar: elevación del nivel de las cercas para controlar el acceso por la puerta principal, no permitir la entrada de niños mayores de nueve años, y en el caso de los menores de esa edad, deberán asistir acompañados de adultos.
También acordaron dar mantenimiento a los equipos e incrementar el número de estos, dada la sobrecarga de afluencia en una zona tan populosa. Se completó la plantilla de guardaparques, pues era insuficiente. Ahora son dos de día y dos de noche. Y se aplicó medida disciplinaria al guardaparque que permitió las irregularidades citadas.
En cuanto a los parques infantiles del Zoológico de 26, puntualiza que «felizmente les fue aprobada la plantilla de guardaparques, pues no la tenían, y esas funciones las realizaban los trabajadores en general».
Afirma Mariana que en varias ocasiones la dirección del Zoo había hecho la solicitud de inspectores públicos a la Dirección Municipal de Inspectores Integrales, pero no ha habido receptividad; y cuando los han enviado, dirigen sus acciones solo a la gastronomía y otros servicios del parque.
Y señala que el Zoo de 26 espera construir un frente común ante estas y otras acciones que provoquen molestia a los visitantes, y les permita, una vez concluidas las obras de reparación de ese centro, brindar un servicio de calidad en un entorno agradable.
Agradezco la atención proporcionada por Servicios Comunales a las quejas de estos padres, y deduzco que se han acumulado tales problemas en esos y otros parques infantiles de la ciudad, por la falta de completamiento de la plantilla de guardaparques, y por la inestabilidad de los mismos.
Nuestros ancianos, allí mismo en su propio barrio, contratados para tales misiones y estimulados con atención, serían los mejores guardianes de los parques adonde van hasta sus nietos. Y las autoridades del orden público debieran apoyar mucho más la paz y el respeto en esos remansos tan necesarios para los niños. La soledad y el olvido de los parques son el mejor aliado de los transgresores y destructores de siempre.