Acuse de recibo
El pasado 21 de septiembre, el doctor Guillermo Mesa denunciaba aquí que en su cuadra, calle Lawton entre Concepción y San Francisco, municipio capitalino de Diez de Octubre, hace años había un vertimiento de aguas albañales, sobre todo en días de lluvia.
Mesa insistía en que el desbordamiento más reciente abarcaba desde esa cuadra hasta la avenida Dolores, y había sido reportado varias veces a Aguas de La Habana; pero las soluciones duraban cada vez menos. Y precisaba que la última vez, el operador del camión de limpieza les planteó que la tubería estaba rota y había que sustituirla, tarea que estaba priorizada pero no acababa de realizarse.
A propósito responde la ingeniera Ana Remis Castro, jefa del departamento de Atención al cliente de Aguas de La Habana, quien aclara que «no se trata de un vertimiento de aguas albañales mantenido desde hace años, y sí de obstrucciones frecuentes que han ocurrido en diferentes viviendas de dicha cuadra».
Así, notifica Ana Remis que en el 2005 se efectuaron dos desobstrucciones de alcantarillado en el mencionado lugar, y en lo que va de año se han llevado a efecto tres: una el 6 de enero, otra el 16 de agosto, y la última, el 25 de septiembre, luego de la publicación del caso. Esta, asegura, ya dio solución al problema.
La segunda misiva de hoy la envía Edelín Espada López, técnica en Comercialización y Negocios de la empresa azucarera Quintín Bandera, de Corralillo, en la provincia de Villa Clara.
Edelín desea agradecer al colectivo del Hospital Diez de Octubre (La Dependiente), de la capital, y muy especialmente al grupo de especialistas de la sala de Psiquiatría, «por habernos devuelto la alegría y felicidad a toda mi familia». En solo un mes, el esposo de la remitente se recuperó de una fuerte crisis nerviosa que llevaba padeciendo hacía 20 años. «Renació la esperanza», señala la remitente.
«No puedo decirle a usted en esta breve carta, lo que ha representado para su mamá, sus hijos y para todos nosotros la labor de ese colectivo, especialmente de la doctora Ileana Trevín. Solo puedo concluir que nos han devuelto la vida», refiere.
Y Maritza del Rey me escribe desde Padre Olallo 404, en Camagüey, para alertar acerca de un peligro que pende sobre las cabezas de los transeúntes: en la intersección de General Gómez y República, en esa ciudad, hay una gran casona en ruinas que anuncia un posible derrumbe.
En esa cuadra hay un círculo infantil, y además transitan muchas personas, pues es una zona comercial muy concurrida. La ironía de todo es, según la lectora, que a solo metros de allí está la Dirección Provincial de Vivienda.