Acuse de recibo
Hoy traigo una mezcolanza de asuntos que bien merecen la atención de las autoridades pertinentes:
Andrés Morales Vega, vecino de calle 20 número 326, entre 3 y 11, en la localidad matancera de Bolondrón, municipio matancero de Pedro Betancourt, cuestiona decisiones que no se consultaron con los electores de allí y han causado malestar.
Refiere Andrés que, hace aproximadamente un año, sin consultar ni avizorar posibles consecuencias, se fijó para la venta del pan normado un horario de cinco de la mañana hasta la una de la tarde. Anteriormente, era de cinco a 11 de la mañana, y de tres a seis de la tarde, que a juicio del remitente sí se correspondía con las necesidades y exigencias del pueblo trabajador.
Añade Andrés que tal queja se ha planteado en las asambleas de rendición de cuentas y no hay respuestas; y se pregunta si no será un capricho o comodidad de las autoridades de Comercio en su municipio.
La segunda carta la envía Rodolfo Adán Rodríguez, residente en el batey Armonía, también de Bolondrón.
Precisa el lector que el agua que recibían los vecinos dos veces a la semana, era por medio de la UBPC cañera que radicaba allí. Pero como esa entidad se desintegró hace más de un año, nadie garantiza el suministro del líquido.
Tan calamitosa situación se ha planteado a todas las instancias, pero nadie hace caso de ese reclamo. El gobierno del territorio responsabiliza al MINAZ, y este organismo alega que no tiene que ver con eso, «lo que significa que nadie quiere hacerse responsable de la situación», recalca finalmente el lector.
Ana María Soriano León, residente en calle 36 número 2708, entre 27 y 29, en el municipio capitalino de Playa, escribe para connotar el problema de adquirir los uniformes escolares.
Manifiesta Ana María que en su municipio antes habilitaban varias unidades de venta, pero ahora solo dejaron una. «El martes 11 de julio y el miércoles tuve que faltar al trabajo para adquirirlo, y todo fue en vano, porque hay gente haciendo cola toda la madrugada».
La lectora considera que la venta de algo tan importante como el uniforme escolar debiera proyectarse con un criterio más racional, porque tal como está se presta a la venta de turnos.
Señala Ana María que adquirir el uniforme escolar, algo tan estricto y justo para los niños y sus familias, y que el estado garantiza con increíbles esfuerzos, se ha convertido allí en un verdadero laberinto.