Las personas con una mutación en el gen SCN9A, que incapacita para sentir dolor, tampoco pueden oler. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:07 pm
Un equipo de científicos europeos liderados por el científico alemán Trese Leinders-Zufall ha establecido por primera vez un vínculo entre el sentido del olfato y el dolor: las personas con una mutación en el gen SCN9A, que incapacita para sentir dolor, tampoco pueden oler. Los resultados de esta investigación permitirán conocer mejor los factores genéticos asociados con la percepción olfativa, informa la revista Muy Interesante.
Por el momento se desconoce la razón de esta relación entre el dolor y el olfato. Sin embargo, los investigadores han determinado que la ausencia del canal de sodio Nav 1.7 no afecta al potencial olfativo de las neuronas responsables de detectar del olor, sino que impide la transmisión de la información a los circuitos neuronales y, por tanto, no llega al cerebro. «Se trata de un problema de señalización. Las neuronas sensoriales olfativas detectan el olor, producen la señal eléctrica y son capaces de propagarla a lo largo del sistema nervioso hasta un determinado punto en el que se detienen y no logran ir más allá, fracasando en iniciar la señal sináptica», explica Zufall, que ha dado a conocer sus conclusiones en la revista Nature.
Los investigadores no descartan que el mismo canal de sodio intervenga en algún otro de los cinco sentidos. «No tenemos una explicación de la conexión entre dolor y olor, pero podría ser que éste fuera un canal importante para múltiples sistemas sensoriales», indica el investigador. En este caso, añade, «los sujetos estudiados eran capaces de ver y escuchar, pero no se investigó el tacto o el gusto».
Los resultados de la investigación, que serán reproducidos en una muestra mayor, ayudarán a comprender los factores genéticos implicados en la percepción olfativa, y también en la ausencia de ésta. Aunque existe una larga lista de genes relacionados con la ceguera o la sordera, hasta ahora no existía conocimiento de ninguno que pudiese explicar la anosmia congénita. El descubrimiento de este gen podría conducir a terapias génicas para reactivar el sentido olfativo en las personas afectadas.
«El sentido del olfato es muy importante y cumple una función de supervivencia, cuando somos capaces de detectar peligros como fuegos, o, en el caso del mundo animal, donde se utiliza para poder oler a otros depredadores», subraya Zufall. Desde el punto de vista humano «permite enriquecer la experimentación de sensaciones en cuestiones como la comida. Aunque seamos capaces de comer sin oler, el olfato nos ayuda a mejorar nuestra experiencia y el placer que sentimos», concluye el científico alemán.