Todo indica que Arizona sigue acaparando noticias además de la resistencia que se lleva a cabo contra una legislación racista contra los inmigrantes aprobada en ese estado, reporta Prensa Latina.
Funcionarios de Arizona aseguraron que el rebrote de ataques por parte de abejas es el resultado de un incremento de la población de las abejas africanizadas agresivas.
El estallido poblacional del insecto se debe a que una gran cantidad de lluvia provocó el rápido desarrollo de algunas flores este año, según reporta el diario Arizona Republic.
En un incidente reciente una nube de abejas atacó a tres trabajadores que demolían un viejo edificio en la capital estatal de Phoenix, afirmó el jefe de bomberos, capitán Jonathan Jacobs.
El mismo manifestó que responden a por lo menos tres llamados diariamente para salvar a personas que son víctimas de ataques por enjambres y dijo estar seguro de que este año se superará la cifra de 41 llamados que recibieron en total el pasado año.
Los especialistas plantean que generalmente las abejas no atacan con furia a las personas, pero que en ocasiones suelen enojarse si existe mucho ruido, o si se les molesta en su panal, alega Montey McDaniel, un destacado especialista en la materia.
El recrudecimiento de estos ataques puede empeorar si tomamos en cuenta que hace unos días ocurrió en el estado de Minnesota un accidente donde un camión al chocar liberó a 17 millones de abejas agrupadas en siete mil colmenas que transportaba, informó el Departamento de Salud.
El Servicio Secreto que custodia al presidente Barack Obama y que siempre está alerta para rechazar cualquier tipo de ataques aéreos hace unos días tuvo que repeler a un embravecido enjambre de abejas que invadió repentinamente los jardines norte de la Casa Blanca cuando el mandatario se encontraba de viaje por otros estados reportó la cadena CNN.
Menos del cinco por ciento de las 20 mil especies estimadas de abejas son sociales y, por lo tanto, pueden producirse ataques masivos o generar situaciones de riesgo al enjambrar o construir panales cerca o en el interior de los domicilios particulares, según expertos argentinos de toxicología.
El veneno de abejas está constituido por una mezcla de substancias con proteínas.
Estas poseen acciones farmacológicas y alergenillas capaces de provocar cuadros de envenenamiento en el humano y en animales.
La muerte posterior por múltiples picaduras de abejas puede ser desencadenada por dos mecanismos principales: la anafilaxia y el envenenamiento.
El primer caso se da cuando el sujeto picado es hipersensible al veneno de abeja, y el segundo cuando se producen picaduras masivas, las que suelen darse usualmente en trabajadores o por el ataque a la población en general de enjambres de abejas africanizadas.
En relación a los ataques masivos, con la presencia de enjambres de abejas africanizadas, estos pueden suceder en lugares inesperados contra cualquier individuo.
Dada la persistencia en tiempo y espacio de la irritabilidad de estas abejas, la perturbación próxima al panal o enjambre puede o no tener relación causal con el atacado.
Una vez iniciado el ataque, éste puede concentrarse en víctimas probablemente por características fenotípicas y fisiológicas afirman algunos estudiosos.
La dosis de veneno así recibida, se incrementa a medida que la feromona de alarma liberada por los aguijones de los insertos en la piel excita a nuevas abejas que pican al mismo individuo.
Aunque en general, con el tratamiento médico se resuelven la mayoría de los accidentes, en los casos de envenenamiento grave la terapéutica se torna mucho más complicada.
En la Antigüedad
En la era Terciaria o Cenozoica se reconoce la aparición en la tierra de las abejas, estos insectos que han acompañado la historia de la humanidad, endulzando los tiempos y los hechos.
Hace unos 35 mil años, la especie humana (Homo sapiens sapiens) ocupa todo el planeta. Se considera que las abejas han acompañado al ser humano a lo largo de su evolución, hasta el presente.
El hombre de la Edad de Piedra valoró la miel de las abejas silvestres, tanto por su rareza como por su sabor.
Desde la antigüedad estuvo presente en festivales religiosos (ceremonias, ritos de culto o veneraciones, así como en cosméticos) y era considerada un alimento para los dioses.
Tres mil años atrás, en las tumbas egipcias, se depositaban vasijas con miel.
Una de ellas fue hallada en perfectas condiciones. La miel, de unos 30 siglos de antigüedad, estaba aún fresca y comestible.
Hace mil 500 años A.C. los minoicos en general gustaban mucho de la miel; consumían vino con miel para acompañar su almuerzo de cereales o de queso de cabra.
El Pueblo Hebreo también gustaba de este dulce manjar, y lo podemos confirmar en el texto bíblico del libro del Deuteronomio «Porque el Señor os ha traído a tierra fértil ... una tierra de olivos y de miel».
En bajo-relieves egipcios se representa un apicultor recolectando miel de las colmenas y se la menciona a través del siguiente consejo: «come miel, hijo mío, porque no solamente es agradable y un sano alimento, sino que es también un remedio contra varias enfermedades».
Se dice que Alejandro Magno, luego de su muerte, fue trasladado de Babilonia a Macedonia en un recipiente lleno de miel y el cadáver se conservó intacto.
De 800 a 300 años A.C. en la antigua Grecia, la comida de la noche solía ser muy abundante: pescado, anguilas y perdices eran muy populares, se servían acompañados de frutos y verduras cocinadas en salsas o en miel.
Los campesinos de las colonias criaban abejas para producir miel, que era el principal edulcorante.
También en la antigua Grecia, el médico Hipócrates consideraba a la miel como una magistral medicación fortificante que prolongaba la vida.
En la mitología griega, el joven Zeus al ser rescatado de su padre, Cronos, fue criado en secreto por las ninfas Adrasteas, Amaltea y Melisa, con una «dieta» de leche y miel.
Aristóteles, con su sabiduría griega, recomendaba la miel para controlar distintas afecciones.
500 años A.C. Babilonia es tomada por los persas. Se inició así una época de prosperidad gracias al comercio internacional, que entre otras mercaderías enviaba miel a los lugares más lejanos.
Así es como vemos que en la antigüedad, los productos de la colmena fueron en muchas culturas utilizados como un vehículo hacia la inmortalidad.
En la Roma Imperial, la comida se acompañaba de jarros de vino, al que a veces se añadía miel y rebajaban con agua.
Según las costumbres romanas, la madre de la novia, dejaba cada noche, en al alcoba nupcial, a disposición de los recién casados, una vasija conteniendo miel durante toda una luna (el mes lunar duraba 28 días).
De allí surge la denominación de luna de miel, para el primer tiempo de convivencia de una pareja.
De 221 A.C. a 220 A.C, cuenta la historia que en la antigua China, los habitantes más adinerados tenían una dieta variada, y a sus manjares predilectos los sazonaban con especias y miel. De postre, nada mejor que unos pasteles de miel. Entre los años 400 al 1000, los señores sajones tenían entre sus mayores placeres, deleitarse con enormes banquetes, durante los cuales, entre otras bebidas, se servía en abundancia "hidromiel" o aguamiel y vino con miel fermentada.
Entre el 1000 y el 1450, en Europa Occidental, los comerciantes gustaban comer abundantemente, y se fueron haciendo adeptos a la repostería pues los cruzados introdujeron el gusto por ella.
En esa época se empleaban la miel como edulcorante porque el azúcar era un lujo escaso para la población en general.
En Rusia, hacia el año 1550-1750, para los campesinos pobres, los frutos del bosque eran mercancías para vender, como por ejemplo la miel que las abejas depositaban en las grietas de los troncos.
En América Precolombina
En estos tiempos y lugares, se consideraba la miel como el alimento del fuego, que suministraba calor y energía al hombre.
En el siglo XVII en Inglaterra la miel fue el edulcorante común del pueblo hasta la mitad de este siglo, mientras que el azúcar se reservaba para el consumo de la nobleza y de la alta burguesía.
En el año 1623 el Papa Urbano VIII tomó a las abejas como símbolos para su escudo pontificio.
En 1804 Napoleón, al proclamarse emperador, sembró de abejas el manto imperial y más tarde las puso por emblema en la bandera de la Isla de Elba, al ser desterrado a ella.
En 1851 Lorenzo Langstroth (apicultor norteamericano) inició la apicultura práctica.