Los investigadores, de la Universidad de Edimburgo y la de Manchester, estudiaron miles de genes en la oveja de Soay. Esta raza, que se remonta a la Edad de Bronce, es considerada como una de las más primitivas, con relojes biológicos estacionales que no han sido alterados por siglos de mestizaje.
Los científicos habían especulado durante largo tiempo que una molécula clave, denominada tuberalina, era producida en la glándula pituitaria en la base del cerebro, y enviaba señales para liberar hormonas involucradas en el control de los cambios estacionales.
Sin embargo, hasta ahora los científicos no habían tenido idea alguna de la naturaleza de esta molécula, cómo actúa y cómo es controlada.
El equipo se centró en una parte del cerebro que responde a la melatonina, una hormona de la cual se sabe que está involucrada en el «calendario» biológico estacional de los mamíferos.
El estudio desveló una molécula candidata para la escurridiza tuberalina, que se comunica desde el interior de la glándula pituitaria para señalar la liberación de otra hormona (la prolactina) cuando los días comienzan a ser más largos. Esto ayuda a los animales a adaptarse a los cambios estacionales en el medio ambiente.
Los investigadores identificaron posteriormente dos genes (TAC1 y EYA3) cuya activación está influida por la elevación de los niveles hormonales naturales a consecuencia de la duración creciente del día con respecto a la noche conforme se acerca el solsticio de verano.
El gen EYA3 tiene un papel similar en las aves y los mamíferos, mostrando un vínculo común que se ha conservado durante más de 300 millones de años.
Dave Burt, del Instituto Roslin en la Universidad de Edimburgo, y Andrew Loudon, de la Facultad de Ciencias Biológicas en la Universidad de Manchester, han intervenido en el estudio.
Disponible en : http://www.amazings.com/ciencia/noticias/140610d.html