El uso de organizaciones de fachada para las operaciones encubiertas contra Cuba utilizando las nuevas tecnologías no solo ha involucrado a la Agencia Estadounidense para la Ayuda al Desarrollo (Usaid). Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:47 pm
En los últimos tiempos muchos usuarios de celulares en Cuba se han visto inundados de mensajes de texto (SMS). Estos lo mismo les piden llamar con urgencia a un número en el extranjero, que lo incitan a escuchar una grabación «muy importante» ubicada en un buzón de voz.
Lo curioso es que si usted busca en Internet el teléfono al cual debe llamar, se sorprenderá que por el prefijo que tiene puede encontrarse en un país como Costa de Marfil o en cualquier otro, si la llamada ha sido desviada desde allí a otro teléfono.
Esta treta de enviar SMS espurios, que muchas veces es utilizada en campañas comerciales ilegales por las empresas alrededor del mundo, ahora está llegando a Cuba como parte de los programas del Gobierno de Estados Unidos y las diversas agencias subordinadas a este que, utilizando las nuevas tecnologías, pretenden subvertir el orden constitucional cubano, sembrar confusión, descontento y a la vez provocar daños económicos importantes en la telefonía.
Al igual que las revelaciones realizadas anteriormente sobre proyectos desestabilizadores contra Cuba como ZunZuneo, Piramideo o «Martínoticias», existen otros que canalizan fondos secretos del Gobierno de Estados Unidos para subvertir el orden social escogido por la mayoría del pueblo cubano, algunos de estos de una gran sofisticación técnica.
Ese es el caso, por ejemplo, del llamado proyecto «Háblalo sin Miedo», o del «YaCubaTwittea», ambos muy similares, cuya información pública aparece ampliamente promocionada en Internet por medios abiertamente hostiles a Cuba como El Nuevo Herald o «Martínoticias».
El proyecto «Háblalo sin miedo» es muy similar al servicio Speak2tweet, empleado durante las manifestaciones en Egipto, y se usa para que supuestos «periodistas independientes» y otros al servicio de Estados Unidos, dejen mensajes subversivos, los cuales son magnificados posteriormente en redes sociales y otros sitios, como si fueran la verdadera opinión de los cubanos.
En el caso de «YaCubaTwittea», buscó crear espacios en buzones de llamadas y de recepción de SMS, para que elementos contrarios a la Revolución, financiados por Estados Unidos, dejen allí sus mensajes, los cuales después son publicados en una cuenta en la red social Twitter.
Según explicó a Juventud Rebelde el ingeniero Daniel Ramos, director de operaciones de seguridad de Etecsa, otro sistema utilizado para estafar a la telecomunicadora cubana es usar buzones de voz para dejar o escuchar mensajes en un teléfono, sin pagar por ello el costo de la llamada internacional.
Como Etecsa logró obstaculizar este fraude, pasaron al envío de SMS a celulares cubanos, los cuales incitan a su propietario a que llame a un número ubicado en el extranjero, pero en vez de oír un timbre, lo que escucha es un audio subversivo.
«Los convenios internacionales establecen que cuando se realiza una llamada internacional los operadores deben destinar hasta 90 segundos para que se efectúe el enlace entre los dos teléfonos, tiempo durante el cual se escucha un timbre», explicó el ingeniero Ramos.
«Violando esa norma internacional, quien llame al número indicado en el SMS, en vez de escuchar el timbre, lo que oye es un mensaje o la incitación a que deje uno en el mismo, y a los 90 segundos se corta la comunicación como si fuera una llamada fallida», asegura.
Lo más complejo de este sistema es que tanto para Etecsa como para el operador telefónico donde esté ubicado el teléfono fantasma, como la llamada no se concretó no es facturada y no se cobra, pero sí congestiona las redes, imposibilitando otras comunicaciones, creando malestar y ocasionando pérdidas a ambos.
«En la mayoría de los casos, del otro lado no hay siquiera un teléfono, sino una pizarra o una computadora con una grabación. Incluso puede suceder que usted crea que está llamando a un país determinado por el prefijo del número, y en realidad este lo hayan redireccionado a otro», agrega el ingeniero Daniel Ramos.
Hilda Arias, directora central de Servicios Móviles de Etecsa, asegura que además del fraude en sí y de la manipulación política, junto a los daños económicos este tipo de acciones también provoca incomodidad en los usuarios y un descrédito de la empresa, pues muchos achacan a esta el que no hayan podido concretar sus llamadas, enviar o recibir mensajes, e incluso conectarse al correo por congestión en las líneas, dificultades que en realidad han sido creada de forma ficticia.
Esta estrategia fraudulenta ha sido puesta en marcha frecuentemente en los últimos tiempos, tanto para el envío masivo de SMS no deseados, como para incitar a realizar llamadas a buzones de voz, como se desprende de los análisis realizados del tráfico telefónico con destino internacional originado en Cuba.
«Hemos detectado demasiadas llamadas al exterior no concretadas, que se cortan en 90 segundos o menos, así como la llegada de mensajes de texto masivos desde determinados números emisores ficticios. No se trata de una casualidad. Es el efecto de un plan de agresión diseñado contra Cuba», explicó el ingeniero Daniel Ramos.
Satélites «fantasmas»
El uso de organizaciones de fachada para las operaciones encubiertas contra Cuba utilizando las nuevas tecnologías no solo ha involucrado a la Agencia Estadounidense para la Ayuda al Desarrollo (Usaid) o a la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB).
También participan otras instituciones norteamericanas como el Instituto Republicano Internacional (IRI), creado en 1983 durante el Gobierno de Ronald Reagan, que desde hace años ha servido para canalizar fondos hacia la Usaid y subcontratistas.
El IRI se ha afanado en organizar diversos proyectos para distribuir unidades satelitales BGAN y de otros modelos a contrarrevolucionarios y supuestos «nuevos empresarios» tecnológicos en Cuba.
Utilizando a subcontratistas o empresas de fachada, ha montado varias operaciones encubiertas para abastecer a los miembros de grupúsculos contrarrevolucionarios con celulares para mensajería SMS y entrenarlos en su uso.
Igualmente el IRI ha proyectado recursos clandestinamente para el montaje en Cuba de equipos de acceso satelital a Internet y para hacer llamadas telefónicas fraudulentas, lo cual viola las normas cubanas e internacionales que regulan estos servicios.
Resulta muy curioso que precisamente después de ponerse en marcha estos proyectos hayan comenzado a «nacer» enfocados hacia Cuba una serie de «nuevos empresarios tecnológicos», que utilizan, como mismo sucedió en el caso de ZunZuneo, a empresas intermediarias ubicadas en terceros países.
Así sucede, por ejemplo, con «Cuballama», dirigido por un cubano residente en Canadá, que ofrece sin licencia de Etecsa varios servicios de telecomunicaciones, desde el envío de mensajes SMS desde y hacia Cuba, hasta llamadas internacionales a través de VoIP, que son introducidas como comunicaciones nacionales, y por ende facturadas en CUP.
Para atraer clientes, además de ofrecerles precios más bajos por el minuto de llamada, causando con ello también perjuicios a los operadores que en diversos países tienen acuerdos con Cuba, les brindan varios servicios, entre estos envíos de remesas y la recarga desde Internet a móviles cubanos.
Lo que a los ojos de muchos pudiera parecer un «limpio negocio», en realidad se trata de una gran estafa a la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba y a los operadores que mantienen relaciones con esta, pues «Cuballama», en una de sus estructuras ilegales en el país, utilizaba una red clandestina montada por un ciudadano belga residente en España, el cual con el apoyo de nacionales empleó servicios telefónicos fijos de una entidad estatal y otros en el sector residencial para traficar las llamadas internacionales a Cuba.
Violando además las disposiciones aduanales, introdujeron al país de forma subrepticia, dentro de otros equipos, antenas satelitales, múltiples sistemas de VoIP y medios de cómputo.
Este proyecto también contempló otra estructura clandestina para el envío de mensajes de texto SMS de Cuba hacia el exterior, usando para ello una batería de móviles para recibir mensajes de texto locales, tarifados a menor precio, los cuales colocaban después en Internet y los hacían llegar a destinos internacionales.
Lo sorprendente de este y de otros casos es que para operar sistemas satelitales en Cuba, según las normas de telecomunicaciones internacionales y las de Estados Unidos, quienes lo hagan deben contar con licencias expedidas por empresas legalmente constituidas, ya sean estadounidenses, sus sucursales o de otros países.
Si esto es así, hay varias preguntas que se desprenden: ¿Qué empresa ha otorgado esta licencia y las de otros sistemas satelitales que operan clandestinamente contra Cuba? Si son de Estados Unidos, ¿no es eso una violación de las disposiciones legales del bloqueo impuesto por más de 50 años? ¿Es que acaso los operadores norteamericanos no saben de estas o se hacen de la vista gorda? ¿Han sido sancionados por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), la misma que ha perseguido y castigado con altas multas a varias empresas tecnológicas que se han atrevido a suministrar equipamiento a la Isla? ¿Quién responderá estas interrogantes?