Acuse de recibo
Roberto Pérez Collado (Ayuntamiento 249, apto. 11, entre San Pedro y Lombillo, municipio Plaza de la Revolución, La Habana), cuenta que la cercana cafetería estatal San Pedro, que posteriormente fue un Coppelita, entró en reparación hace un tiempo. Y demoró bastante la obra, hasta que abrió en los días finales de 2017 como la Maltera San Pedro.
La unidad comenzó ofertando malta de botella a 12 CUP y malteada a 14. Pero cuando fue a adquirir allí la malta, le dijeron que solo se puede consumir si se compra un pan con queso o jamón, por una orden superior: lo que está establecido. Y la explicación de este resurgir del viejo «convoyado» fue que si venden ambos productos por separado, los clientes toman malta y los panes… se quedan…
Pero, según Roberto en su carta fechada el 22 de enero, «ya la malta se acabó; duró solo 13 días y ahora están ofertando refresco enlatado». La escobita nueva barría bien. «Se invirtieron cuantiosos recursos en confeccionar preciosos letreros que dicen Maltera San Pedro, precisa, y ahora solo sirven para desorientar a las personas, porque ya no se vende malta».
Roberto y muchos otros vecinos que presenciaron el flamante remozamiento se preguntan si no será este un nuevo capítulo de la tradicional volatilidad de la gastronomía estatal; esa que, con palabras acuñadas por el genial Héctor Zumbado, no tiene fijador, por más reconstrucciones y remozamientos que experimente.
Paradójicamente con la gastronomía, pareciera que sí tienen fijador ciertos males que aquejan a los ciudadanos, como lo reflejan las cartas que carenan aquí.
Carlos González Galera (Calle 6ta. No. 313, entre Chicho Torres y Benavides, Reparto Vista Hermosa, Ciego de Ávila) cuenta que en su cuadra hace ya más de ocho años hay una tupición de aguas residuales insoportable para los vecinos, que ya se ha convertido en una laguna de oxidación.
Se ha destupido el registro sanitario que vierte, señala, pero la raíz del problema no parece estar en aquel, si no en el sistema de tuberías que se extiende por todo el reparto, ya muy deterioradas o tupidas. Tales tupiciones afloran por doquier, en cualquier calle o patio.
El problema no ha dejado de plantearse en reuniones del Poder Popular, en Comunales o Vivienda. Esta dice que es responsabilidad de Comunales, y Comunales que es de Vivienda, manifiesta Carlos. Pero la última justificación dada a los vecinos fue que Comunales no contaba con los camiones para destupir.
Lo más preocupante, según el remitente, es que los mosquitos afloran por doquier. Y en el vecindario han brotado casos de Zika. Incluso, advierte, bañarse ya constituye un riesgo, pues el agua retorna por la tubería.
«Lo que quisiera, refiere Carlos, es una fecha tope para darle solución definitiva al problema, y no una respuesta al estilo de: vamos a incluirlo en el presupuesto del próximo año, la cual, por cierto, ya se le ha dicho a los vecinos en tantas veces que se ha planteado el problema».
De no resolverse definitivamente el problema, al reparto terminarán llamándolo Vista Fea.
Mario Ojeda Jiménez (Zenea 5, entre Milanés y W. Soler, Bayamo) se lamenta con cierta tristeza «por la falta de atención que tiene el Sindicato de la Industria Alimenticia aquí en Bayamo, y pienso que en Granma, con los jubilados del sector».
Refiere Ojeda que en estos días se ha estado celebrando la jornada por el Día del Trabajador de ese sector; «Y han ignorado en su mayoría a los que dieron su aporte durante muchos años».
Ello implica, advierte, que los veteranos no puedan compartir con los que actualmente trabajan en esa rama. «Nos han olvidado(...). No queremos nada material, sino solo celebrar esta jornada juntos».