La diversa riqueza cultural de la región dibuja un evento esencial para nuestras expresiones más genuinas. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 06:13 pm
Santiago de Cuba.—Los rostros del Caribe se pasean por la urbe oriental. La frase no es sacada de un manifiesto cultural, sale de esa voluntad que por 35 años ha permeado a la Fiesta del Fuego y a sus organizadores.
Académicos y protagonistas de las culturas de la región han sabido encontrarse en la más caribeña de las ciudades cubanas para, desde aquí, conformar un punto de reunión ya imprescindible, y dibujar un área diversa en tradiciones.
Pareciera que el texto invaluable de Alejo Carpentier fuera libro de cabecera del Festival. Tal y como se señala en El reino de este mundo, escrito en 1949, el intenso mar que bordea esta área geográfica constituye una ruta en la que el evento revela comunidades, así como prácticas religiosas, culinarias, musicales y danzarias.
Desde el coloquio El Caribe que nos une, la Fiesta del Fuego traduce todas estas culturas a través de los estudios académicos. La historia de la región es contada por quienes investigan desde la premisa de plasmar en estudios esa riqueza única y peculiar de los caribeños. Se añade a este espacio teórico un Taller de religiosidad popular, al tiempo que se escuchan las voces de los comunicadores, poetas y artistas de la plástica, entre otros.
No obstante, el retrato más auténtico del Caribe en el certamen lo constituyen las presentaciones de los exponentes de estas culturas, las cuales pueden apreciarse en toda su dimensión en los más de 40 espacios públicos habilitados en la urbe en esta ocasión.
Es en estos sitios al aire libre o cerrados que quienes se llegan a Santiago de Cuba por estos días disfrutan de ese amplio espectro de tradiciones procedentes de la región, dentro de los que sobresale la delegación de la Mancomunidad de Las Bahamas, país invitado de honor en esta edición, con una representación de 300 personas, encabezada por la primera dama de ese país, Bernardette Christie, y el Doctor Daniel Johnson, ministro de Cultura, Deportes y Juventud.
Un aparte también merecen los artistas dominicanos presentes en el Festival. La actuación en el teatro Heredia del merenguero Johnny Ventura, la cantante Maridalia Hernández y el proyecto la Gallera, que lidera el maestro Jochy Sánchez, es resultado del esfuerzo conjunto del ministro de Cultura de República Dominicana José Antonio Rodríguez, la Embajada de esa isla antillana en Cuba y las instituciones culturales de Santiago de Cuba, en especial la Casa del Caribe, entidad rectora de la Fiesta del Fuego.
Aunque anunciado en estas mismas páginas con anterioridad, vale la pena resaltar que ya es un hecho consumado la constitución de la Red de Carnavales del Caribe, una estructura que permite trabajar mancomunadamente en pos de proteger y preservar las máximas fiestas de nuestros pueblos y es una iniciativa que se suma a la extensa lista de precedentes culturales que, en materia de unidad, se trazan los países de la región.
Tal y como sentenciaba en sus palabras de bienvenida Orlando Vergés, el Festival es un producto Caribe. Para organizarlo no cejan en ese empeño un equipo de la Casa del Caribe, fundacionalmente comandado por el escritor Joel James y ahora por el propio Vergés, e integrado por Gonzalo González, Daniela Anaya, Nancy Galano, Abelardo Lardut y Kenia Dorta, y en el que se nuclea a las autoridades del sector cultural, del Gobierno y el Partido en el territorio.
Todos ellos entienden que este es un momento único para que nuestros pueblos se expresen y la gente común comparta esa savia que nos viene de nuestros ancestros y que se enriquece a cada instante, gracias a los aportes de sus protagonistas.